martes, 10 de junio de 2008

Aquellos maravillosos años

Tomo prestada una imagen de otro blog, de la zona de Azca (Madrid), para cumplir la promesa que le hice a Davizón de hablar de aquella tarde en la que con 16 años besé por primera vez a una chica. ¡Qué tarde la de aquel día! Se llamaba Bárbara y no tenía nada de tímida. Fue en Caché, una mítica discoteca del Madrid de los 80s y 90s. Hace ya 19 años de aquello. David se enrolló con una amiga, y el tercero en discordia (Juan Calvo, un amigo de mi colegio), se quedó a verlas venir. La vida es dura. Para tímida la que le tocó a David, que según decía había ido vestida con el traje de buzo para que no pudiera meterla mano. Porque de lo que se trataba entonces era de estar toda la tarde (horas) dándote el palo con una desconocida en los sofás de cualquier discoteca e intentar meterla mano por cualquier resquicio. A partir de ahí venía la habilidad de cada uno para fintar los codos o driblar los manotazos. La regla número uno era no parecer demasiado interesado. Nada de pedir el teléfono... con lo cual, nunca la volverías a ver. Ni falta que hacía. Después de la primera, creíamos, quedaba un mundo entero de mujeres por explorar cada fin de semana. Y la verdad es que algunos lo exploraron, los que hoy ya llevan años casados.
Dice David que él está ahora en la cresta de la ola y cada vez que me lo comenta me viene a la mente Le llaman Bodhi. Yo todavía estoy esperando la gran cabalgada... Sin prisas.
Es curioso como nos marcan algunos días en nuestra vida. La verdad es que yo no era muy proclive a la zona de Azca. Dicen que ahora es el reino del "perrea-perrea" pero en aquella época nuestro mayor miedo era encontrarnos con una panda de skins. Habíamos oído tantas leyendas urbanas acerca de que te ponían la piñata en una acera y te pegaban una patada hasta que perdías todos los dientes... me da cosa sólo pensarlo, pero la verdad es que a pesar de todos los rumores que circulaban nunca tuvimos ningún mal encuentro con ellos. Eran peor los paletos de los pueblos.
Hoy, comentándolo con Juanjo que también es de Madrid, me ha sugerido que no lo deje en sólo en Caché. Y es que han sido tantos los sitios: Jákara, But, Pachá, Green, Graff, Ecus-Zippango, Milenium, El Liguero de Marta, Cobre... Luego vendrían los más cañeros, el Nueva Visión, Ramonas, la sala Maravillas, el Warholl, el Rey Largarto... o los multitudinarios como el Nacional, Tropic Costa... Alguien debería escribir un libro sobre aquellos años. No sobre la movida ni sobre los famoseos, sino sobre los sitios a los que íbamos cualquiera de nosotros nerviosos por si no os dejaba entrar el típico portero. ¿Por qué siempre había un pringao que iba con zapatillas de deporte o con calcetines blancos si sabía que así no iba a entrar y que iba a joder al resto, que por lealtad, tampoco entrarían?

3 comentarios:

David dijo...

Todo buen surfero sueña con una ola mágica... La tuya llegará cuando menos te lo esperes. Tan sólo tienes que estar preparado con la tabla debajo del brazo.
Un abrazote, Morochín, y gracias por lo de Caché, aunque no mentas el empujón que le metiste al Calvo ese para entrar a la niña aquella...

El Gato dijo...

Ya sabes, la memoria es selectiva. Quiero creer que era cosa fácil, que ella estaba colada por mis huesos!!! De ilusión también se vive. Lo único importante es que salió bien

Juanjo Marcos dijo...

Como representante del club de amigos de las zapatillas y calcetines blancos quiero protestar enérgicamente por el trato que se nos dispensa. Los mejores momentos de aquellos años eran los de las cañas en el bar de al lado de la discoteca donde no nos dejaban entrar... y el resarcirse en lugares de oscuro recuerdo como Navy.
Ains! Qué tiempos.