jueves, 29 de septiembre de 2011

Busco aquella mirada

"Busco aquella mirada. Llevo años buscándola, tal vez demasiados o quizás demasiado pocos, y no la encuentro". Estos pensamientos de L volaban hacia otra época, ya tan lejana en el tiempo que nadie hubiese podido asegurar que fuesen recuerdos reales o fruto de las veces que lo había imaginado. L concluyó para sí mismo: "Son reales. Y punto". No tenía ninguna intención de irse por las ramas y aplazar sus razonamientos sin llegar a una concusión sobre aquella mirada y como en una época remota le hacía sentirse.

De pronto algo rompió otra vez el hilo que de nuevo le unía a aquellos recuerdos. Los dedos de sus pies empezaban a mojarse. Señal inequívoca de que cualquier zapato tiene un límite de permeabilidad al agua.  Sobre todo en un momento como aquel. Tres horas seguidas sin parar de llover y L había decidido volver a casa andando los 10 kilómetros que le separaban de la ansiada cama en plena madrugada. Bajo la primera lluvia de otoño albergaba la falsa esperanza de que esa caminata le reportase un sentimiento de libertad adolescente y, al tiempo, un rato para pensar en sus cosas. Y todavía quedaba más de la mitad del trayecto. "Ni libertad ni leches", pensó. Sobre el asfalto se reflejaban alternativamente el rojo y el verde de las luces de los semáforos. Sobre esas luces fijas en suelo, el brillo de los faros de los coches en movimiento intentaba ir más rápido que los riachuelos de charcos que corrían paralelos a los adoquines de la acera. "Una cosa es llevar la camisa pegada y otras muy distinta, los calcetines", se dijo para sí mismo. El temor a un constipado inoportuno cruzó por su cabeza como una vaga amenaza.

Pasase lo que pasase, ya no tenía remedio. Otro charco. Esta vez la sensación de humedad en ambos pies era absolutamente indiscutible. "Te lo has buscado", se resignó. "¿Por dónde iba? Ah, por la mirada. ¿Qué hacía de aquella mirada algo tan especial?", prosiguió. A veces, cuando se plantea una larga caminata parece un objetivo inalcanzable. De noche, lloviendo, cruzando calles y carreteras vacías... Tan sólo oía el sonido del agua evacuándose entre el dibujo de los neumáticos de los coches que pasaban. Pero para L no era algo nuevo. Sabía que un paso, tras otro, tras otro, le conduciría tarde y temprano a su casa. Caminar es sólo una cuestión de tiempo, de repetir mecánica e inconscientemente el gesto de mover una pierna tras otra. Como la vida misma una vez perdida aquella mirada, otro acto mecánico de supervivencia sin sentido.

Y de pronto dejó de llover. Las únicas gotas que se oían eran las que caían de los árboles al suelo. Las más incómodas, porque cuando el cuerpo acostumbra a secarse estas gotas tienen la extraña habilidad de posarse sobre las partes más sensibles de la anatomía. Entre otras, la espalda. Lo inesperado se convierte entonces en desagradable. "¿Qué diferencia una mirada de otra?", continuó. "Tal vez sólo el modo en que la percibes, ¿o es que un iris es capaz de contener amor, odio, ira, desprecio o condescendencia?".

Tan ensimismado iba L en sus pensamientos que no se daba cuenta de que cruzaba una rotonda sin asegurarse de que no circulaba ningún vehículo. De súbito, tras de sí oyó un frenazo y las ruedas de un coche deslizándose sobre la calzada. Tan sólo le dio tiempo a girarse para quedar cegado por los focos del coche que se abalanzaba sin control sobre él. Plash!!!! Un golpe seco y todo acaba. Adiós a "la mirada". Adiós a la búsqueda de sensaciones perdidas. Adiós al futuro constipado. Adiós a L.

Y mientras en algún lugar, sin razón aparente unos ojos perdían para siempre el brillo único que los hacían tan especiales. Unos ojos que secretamente esperaban volver a brillar como en sus mejores tiempos al cruzarse de nuevo con la mirada de L. Porque era la mirada de L la única que podía dar la energía necesaria para que brillasen los ojos cómplices de ella. Y L sin saberlo... Ya nunca lo sabría.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Bienvenido a la blogsfera

Mi compañero Juan ha iniciado su andadura con el blog "¿Por qué?". Bienvenido. Esta frase de su primera entrada ("Entre rubias anda el juego") es más que suficiente para que le echéis un vistazo al blog de vez en cuando:

"Castedo saboreó de nuevo el éxito tras los amargos chupitos de Brugal"

Muy grande, Juan. Seguiremos atentos a http://juan-nieto.blogspot.com

jueves, 22 de septiembre de 2011

Murakami

Haruki Murakami con un gato
1Q84 y Kafka en la orilla en el mismo verano, en los últimos dos meses, es demasiado para un tipo que presume de racional, como yo. Debería ser más de Tokio blues... como diría mi compañero Paco: "que también". Pero estas otras historias me han llegado más profundamente. Y estoy encantado. En estos dos viajes al infierno que cada uno llevamos dentro me he reconciliado con la literatura contemporánea. Yo, que sólo compraba libros de un autor vivo, Paul Auster —porque a diferencia de Edu, yo sí que tengo la necesidad de comprar, subrayar, manosear y coleccionar libros—. Bueno, para ser completamente sincero de vez en cuando me doy un homenaje con Eduardo Mendoza o sucumbo ante títulos tan gatunos como Soseki...
Pues eso, que estoy intentando recuperarme de esos viajes al fondo de mis propias entrañas, tratando de encontrar el sitio para algunas piezas que no llegan a encajar en la trama, buscando significado a imágenes, metáforas y sentimientos contradictorios que realmente no tienen mucho sentido. Y de nuevo, me topo con el innegable hecho de la pérdida como variable constante en cualquier vida, de mi propia vida. Y Murakami me brinda una reflexión:


"—Cada uno de nosotros sigue perdiendo algo muy preciado —dice cuando el teléfono deja de sonar—. Oportunidades importantes, posibilidades, sentimientos que no podrán recuperarse jamás. Esto es parte de lo que significa estar vivo. Pero dentro de nuestra cabeza, porque creo que es ahí donde debe de estar, hay un pequeño cuarto donde vamos dejando todo esto en forma de recuerdos. Seguro que es algo parecido a las estanterías de esta biblioteca. Y nosotros, para localizar dónde se esconde algo de nuestro corazón, tenemos que ir haciendo siempre fichas catalográficas. Hay que limpiar, ventilar la habitación, cambiar el agua de los jarrones de flores. Dicho de otro modo, tú deberás vivir hasta el fin de tus días en tu propia biblioteca". (Kafka en la orilla)

Ahí queda eso. Pero si os parece poco, ahí va otro retazo, más gatuno:

"Un ratón se encontró con un gran gato en un desván, que lo acorraló en una esquina sin dejarle escapatoria. El ratón le dijo temblando: “Por favor, señor Gato, no me coma. Tengo que volver a mi hogar. Mis hijos me esperan hambrientos. Déjeme huir”. El gato le respondió: “No te preocupes. No te voy a comer. No se lo digas a nadie, pero yo soy vegetariano. No puedo comer carne, así que has tenido suerte al encontrarte conmigo”. El ratón le dijo: “¡Ah! ¡Qué día más maravilloso! ¡Qué ratón tan afortunado soy! ¡Mira que topar con un gato vegetariano!”. Pero al instante, el gato se abalanzó sobre el ratón, lo inmovilizó con las zarpas y le clavó sus afilados dientes en el cuello. El ratón agonizante preguntó al gato con su último aliento: “¿Pero no habías dicho que eres vegetariano y no puedes comer carne? ¿Era una mentira?”. El gato dijo relamiéndose: “No, no puedo comer carne. No te he mentido. Por eso, voy a llevarte en la boca y te voy a cambiar por lechuga”. (1Q84)

viernes, 2 de septiembre de 2011

González, Gómez o algún otro "anónimo"...

De vez en cuando releo algunos comentarios que dejan en mi blog y hoy me he topado con una sorpresa. Alguien, de forma anónima, en el post sobre la amistad que colgué en julio (con vídeo incluido) me ha definido como MALA PERSONA y me ha acusado de reírme de él y pegarle en mi etapa del colegio. La memoria es selectiva, pero juro que no le recuerdo.
Según dice me sentaba delante de él. Como nos sentaban por orden alfabético supongo que debe ser un González o un Gómez, pero no estoy seguro. No creo que sea Quique González, con quien coincidí en clase muchos años. Nunca le puse la mano encima, ni el a mí. Todo lo contrario, me caía genial porque tenía mucha personalidad como se ha podido comprobar con los años. Además, si así hubiese sido me podría haber echado en cara esas supuestas afrentas cuando le entrevisté con el tiempo, antes de uno de los conciertos que dio en Alicante o luego, mientras compartimos recuerdos, tomándonos unas cervezas en el Stereo, donde había actuado. Seguro que no es él.
Recuerdo broncas en mi adolescencia y juventud, pero no en el colegio, salvo algún episodio aislado nublado en mi memoria por el tiempo transcurrido. En cambio, sí recuerdo peleas en El Casar con los paletos del pueblo en las que, a diferencia de lo que dice el anónimo, era yo el que salía perdiendo la mayoría de las veces. Tampoco por mucho, pero me han arreado buenos bofetones. Incluso pudiendo partirle la cabeza a alguno, me contuve y me "comí" la humillación. También en San Juan dí y recibí, supongo que como todo el mundo a esa edad.
Creo aceptar de buena gana motes, bromas y todo tipo de coñas de mis amigos y compañeros de trabajo. Supongo que si aceptas reírte de ti mismo la convivencia es mucho más fácil ya que otras veces eres tú el que haces coñas sobre los demás que esperas sean recibidas con igual indulgencia.
En cualquier caso, que yo recuerde, he eludido la confrontación siempre que he podido. No me siento cómodo en la bronca, entre gritos o malos rollos. Rara es la vez que me enfado. Sin embargo, muy malo debí ser para que alguien que no me ha visto en más de 20 años haya encontrado mi blog (supongo que a través de facebook), se haya esperado a que colgase un vídeo que han visitado y comentado la mayoría de mis amigos o mi hermano, y venciendo su natural miedo (el que le debí provocar en plena pubertad, según sus palabras) se ha atrevido abrir los ojos de MI GENTE sacando a relucir mi soterrada maldad. No salgo de mi asombro, pero: ¿qué se puede esperar de alguien como yo que "siempre machaco al débil" (según afirma)? ¿? ¿?
En cualquier caso, gracias por inspirar esta breve reflexión, anónimo. Y bienvenido siempre que quieras. Pero, antes de terminar, un consejo, anónimo: trata este trauma con algún profesional de la salud. Yo estoy libre de odios. A quien más podía odiar ya apenas tiene sitio en mi memoria, cada día que pasa menos, y casi siempre son buenos recuerdos los que me unen con tan delgado hilo a esa persona. Anónimo, no te pido perdón porque no creo que sea necesario. No puedo cambiar aquello que dices que te hice y que yo no recuerdo. Tampoco te puedo ayudar a superarlo si llevas más de 20 años con esa pesada carga sobre tus hombros. Y además pienso que no se le puede pedir responsabilidad a un adulto por sus acciones cuando fue niño si es que alguna vez se pasó lo que comentas. Son demasiadas las cosas por las que me preocupo hoy como para ocuparme de las de hace tantísimo tiempo.
Pero no creas que te ignoro ni a ti ni a tu dolor tras mi urgente contestación en aquel post. Un abrazo, compañero de colegio. Y de nuevo, bienvenido seas quien seas y estés donde estés.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Otro verano languidece

31 de agosto. Otro verano languidece y a mi alrededor veo cómo la melancolía llena los corazones de mis amigos. Javi cuelga en facebook "Me acordé de ti", de Fito. Lucía hace unas horas dedicó "Always on my mind" de Willie Nelson a alguien con un sugerente "Para Ti". Curiosa coincidencia. Sol ha escrito también en su muro: "Donde quiera que estés, te echo mucho de menos...". El verano se nos escapa entre los dedos y la perspectiva de un nuevo otoño parece que nos impide mirar hacia adelante. O no. Siempre hay un contrapunto. Davizón intentado pescar en Dénia sólo está preocupado en que "piquen". ¡Qué grande!
En mi caso, que mañana empiezo a currar de nuevo, no quiero recordar lo perdido sino proyectar nuevos planes para el futuro. Ha sido un verano buenísmo y ya he vivido otros 37 finales de agosto antes, con sus cielos encapotados, como para que me siga afectando la fatídica fecha del 1 de septiembre. Si alguien voluntariamente se ha apartado de tu vida no puedes seguir pensando en lo que ese alguien se ha perdido si no en lo que tú has ganado con su lejanía. Empieza el otoño y hay muchas cosas por hacer, mucha gente interesante por conocer, muchos retos que afrontar. No hay tiempo que perder con recuerdos estériles. Son demasiadas las energías que hay que concentrar para que los proyectos empiecen a cobrar vida, a tomar forma. Atras queda lo vivido, los ratos con los amigos, los arrocitos en La Ponde, las partidas de Risk con cubatas y "hablando en rusa", los paisajes croatas y la belleza de las dubrovnikas, las tardes al sol leyendo a Murakami, las fiestas, barbacoas y salidas nocturnas como ese legado de pequeños momentos de felicidad que ya siempre te acompañará.
¡Feliz mes de septiembre!

sábado, 28 de mayo de 2011

(...)

No he chapado el garito... estoy preparando un vídeo espectacular!!!! aparte de comentarios "embargados" hasta dentro de unas semanas... seguid atentos!!!

jueves, 24 de marzo de 2011

Antídoto contra la tristeza


Ha pasado un año desde que nos dejó mi padre, un tiempo en el que todo ha sido raro y diferente. No ha pasado un solo día en el que mis pensamientos hayan volado en algún momento junto a él, con su recuerdo. No quiero darle vueltas aquella noche, a aquella imagen grabada a fuego de mi madre, mi hermano y yo abrazados junto a la cama. No quiero pensar en la tristeza, en que me invadió un sentimiento de orfandad y de deriva del que de vez en cuando se producen réplicas, como en los terremotos. Quiero creer, como ya dije hace un año en este mismo blog, que las cosas sucedieron de forma natural, que mi padre vivió sus 81 años con intensidad y que fue una persona tremendamente feliz. Eso es todo. El resto no importa.

Habrá quien recuerde sus defectos pero yo sólo he dejado espacio en mi memoria para todas las cosas buenas que me enseñó, para todos los buenos momentos que pasamos juntos, para recordar su sonrisa, su elegancia, sus buenos sentimientos y su hondo sentido moral de la vida. Como intenté explicar entonces, me quedo con el héroe que fue para mí de niño, el maestro relativamente severo que fue en mi adolescencia, y el magnífico compañero de conversaciones y proyectos cuando maduré. Aunque en la mayoría de las cosas no coincidiésemos, sé que estaba profundamente orgulloso de mí y yo de él.

Todo eso va conmigo todos los días. Prefiero dedicar este post a todos aquellos que hicistéis que aquellos días me sintiese un poco mejor, un poco más acompañado. Sólo la entereza de mi madre y la responsabilidad demostrada por mi hermano, que siempre está ahí para ocuparse de todo cuando las cosas se tuercen, me permitió asimilar el golpe de forma íntima y tranquila. Su fortaleza durante los primeros días, me regalaron el suficiente tiempo para ir haciéndome a la idea de la pérdida que ya siempre me acompañará.

Recuerdo especialmente la necesidad que tuve de desahogarme con Rafa aquella mañana, llorando a moco tendido por teléfono. Cómo Davizón se acercó dos veces hasta el tanatorio, a mediodía y por la noche, cuando más relajadamente pudimos tomarnos una cerveza y ponerle una sonrisa a un día tan gris plomizo como el de hoy. Recuerdo a Álvaro, que se tiró allí toda la tarde, siempre conmigo, fumando y charlando sobre lo divino y humano, contándome los entresijos de la que luego sería su boda, todo un acontecimiento por el que siempre le estaremos agradecidos la pandilla. Me viene a la memoria cuando se nos unió Matoya, quien desde la experiencia de haber pasado por la misma situación, permaneció a mi lado en esas largas horas en las que realmente no se hace nada, ni siquiera pararte a pensar. También a mi amigos de Monte, José y Ana, Mariano, Fernando… siempre ahí cuando se les necesita. Incluso Juanjo y Paco dejaron por un rato el periódico y se acercaron a verme.

Pero si algo recuerdo especialmente fue el esfuerzo que hicieron Sara, Gus y Dani, más de 800 kilómetros en coche para estar conmigo sólo un rato… Y cómo Sara me dijo que no podía faltar "mi familia de Alicante". Ciertamente así los siento, como parte de mi familia. Muchas veces me he preguntado si yo sería capaz de hacer lo mismo; si saldría de mí la iniciativa de hacerlo, ya que tengo cierta propensión a sumarme a los planes de otros pero poco empuje para saltarme las reglas, movilizar a la gente y emprender la marcha. Yo no me he movido de Alicante en situaciones similares y ahora sé que debería haberlo hecho. Gracias a aquello hoy sé lo importante que es vencer la pereza algunas veces en las que te necesitan. Luego vinieron el resto, Jorge, Marina, David, Claudia, Javi y a la mañana siguiente, mientras desayunaba, Edu (qué difícil es localizarle a veces...).

También Carlos y Ali, dos días después, lo dejaron todo para ir a Madrid quizás cuando el bajón era más pronunciado y más podían ayudarme no sólo a mí sino también a mi madre y hermano. ¿Dónde quedaron las oposiciones a funcionario de prisiones? Menos mal que nos dimos esa caminata por la calle Alcalá porque si no, AR tendría ahora más problemas que una simple imputación judicial. Es broma. Ali en su blog incluso ha llegado a dedicar unas palabras a mi padre que no olvidaré en la vida. Era un sentimiento mutuo. Al fin y al cabo, para él siempre fue la mejor (o por lo menos la que más le gustaba) de mis novias. Tampoco es que hayan sido tantas, claro.

Que se me disculpe si me olvido de alguien. Gracias a todos. La vida sigue y nosotros debemos continuar el camino, sin renunciar a nuestros recuerdos y sentimientos. Aunque todo sea raro y diferente, y muchas veces triste. Yo por mi parte me sigo quedando con la sonrisa de mi padre como antídoto contra la tristeza.

viernes, 11 de marzo de 2011

...hace 18 años...

Buscando los cómics que pintaba cada semana narrando nuestras aventuras, locuras y desvaríos para ilustrar la serie "La pandilla de Monte", he recuperado este antiguo dibujo "Demasiado borracho para follar" del que un día me hice una gloriosa camiseta. Data de 1993 (no ha pasado tiempo ni na...) y sólo me queda la duda de por qué en él no sale una caricatura de Edu ¿? si estaban todos lo que en aquella época eran mis amigos... tal vez habría desaparecido en una de esas largas temporadas en las que no se sabía nada de él... bueno, sea como sea, que lo disfrutéis. Por cierto, he encontrado los cómics, je, je, je... algunos de ellos impublicables y no sólo por estar repletos de faltas de ortografía...




Uno por uno, los de Monte…




Davizón: Siempre con una sonrisa… morocho!!!!





Paedro: Con look noventero del 101 de Depeche Mode, después de sus desmanes a los Robert Smith (The Cure).

  




Raulete: El ‘guaperas’ de la pandilla, con listado de sus conquistas incluido.

 




Josete: Todavía se las pillaba dobladas… y con pelo largo, que alguno de Ribatejada se lo quería cortar.

  




Mariano: A veces terminaba bailando con una escoba…

  




Fer: Otro peludo… qué tiempos aquellos en los que no se perdonaba ni un día del finde.





Uno por uno los de San Juan…





Gus: En los noventa se cuidaba como Anthony Kiedis (Red Hot Chilli Peppers)

 



Jorge (Jos’de’gueb): ¿Cuántos ojos de huevo le habremos regalado en sus cumpleaños?






Álvaro: Por los suelos bailando break dance, otro clásico.







Óscar (Marqués): En el 95 todavía llevaba el pelo corto y no lucía barba… tenía el look de la disco Oku.





...y Rafa y Nando… dos desaparecidos que por lo que parece en aquella época estaban en metidos en el meollo...

...y no podían faltar los de Políticas…




Ana: Mi primera novia, y por eso mismo, alguien muy especial para mí...







Luz: Ser número uno de la promoción no significa ser una sosa… siempre con ganas de divertirse.






Óscar (‘Buitre’): Pasó de hacerse chuletas a ser delegado de ACNUR… y es que no come alpiste…







Juanig: Todo un señor de derechas, siempre cantando al bafle noñeces de “Modestia Aparte”...





Ray: Antes de ser un prometedor abogado y administrador de fincas era motero…







Luismi: Madridista hasta la muerte… y de Sanabria!!!!






Marta: Ahora por tierras escandinavas, fue la reina del billar en su época de Húmera…






María José: Absolutamente desaparecida… ¿Dónde estará? 

miércoles, 9 de marzo de 2011

La pandilla de Monte (II) “Paedro”

Resulta curioso el modo en que llegas a conectar con algunas personas en determinados momentos de la vida. Gente con la que en principio no tienes mucho en común pero que conoces en el instante adecuado y con quienes vives momentos decisivos. Mi primer amigo en el amplio sentido de la palabra, fue Pedro (Paedro, Feroz). Cuando pienso en cómo fraguamos nuestra amistad me viene a la mente la película “Cuenta conmigo” (Stand by me). Además de que se estrenó por aquella época, refleja en esencia mis vivencias de entonces. Con el tiempo nos hemos distanciado y acercado sucesivamente, cada uno a lo suyo, pero seguimos manteniendo el contacto y la complicidad. Pero sobre todo, mantenemos el recuerdo de los buenos momentos del pasado, auténticos cimientos de lo que somos y de lo que seremos.

Pedro y yo éramos y somos muy distintos. Él extrovertido y yo más tímido; él con las ideas muy claras acerca de lo que quería (al menos entonces) y yo dejándome llevar por la inercia y absorbiendo como una esponja nuevas vivencias sin saber muy claro qué camino tomar en cada momento.

Lo cierto es que yo antes nunca había conseguido integrarme en una pandilla, ni en el club, ni el pueblo de mi madre, ni en los veranos… Y el aburrimiento de ver como nuestros hermanos mayores podían pasarse las tardes intentando programar un ordenador de 128k u oyendo discos de grupos ya extinguidos o en vías de extinción, como la E.L.O., Mike Oldfield o Alan Parsons Proyect, nos hizo aventurarnos a Pedro y a mí en otras direcciones, hacia otros retos…


La evolución

Las salidas en bici al mítico campo de cross de la urbanización (unas tierras en barbecho donde habían escavado unos hoyos y saltos y donde me pegué un forro que me dejó destrozado el culo durante meses); los partidos de fútbol; las tardes viendo en vídeo “Blade Runner” o “Terminator” -y haciendo de improvisados conejillos de indias de su madre Matilde, quien creía que podía mezclar zumo de naranja con coca-cola sin que ello provocase que tuviésemos que acudir varias veces al excusado en la misma hora-; las pachangas de baseball o baloncesto; e incluso cursos acelerados de cómo hacer una zodiac con un neumático para tirarte por un río (impartidos por su hermano mayor); dieron paso, con los pocos años, a otro tipo de salidas, las nocturnas. Y con las cervezas con peepermint, los “mata-osos”, 43 con chocolate y un largo etcétera de bebidas imposibles se fraguó una amistad que dura hasta hoy.

Fue un tiempo glorioso. Yo solía ir a San Juan en julio y quedarme en Monte en agosto y las primeras semanas de septiembre, hasta las fiestas del Casar. Todo un mes sin preocupaciones, levantándonos cuando nos daba la gana, vagabundeando por la urbanización o en la piscina del club hasta la hora de comer. Partidos, quedadas o escapadas hasta la hora de cenar… y luego, por la noche, de copas hasta la 1 o las 2 por la discoteca del club o el Charlot, en el pueblo… El paraíso. También cogimos la costumbre de quedar en Madrid y yo tuve la oportunidad de conocer Carabanchel y sus bares, como El Dorado. ¡Qué jarrazas de cervezota!!!

Decía antes que a Pedro y a mí no nos unían muchas cosas. Ahora se me ocurren unas cuantas. La misma edad, la misma condición de hijos pequeños en familias muy conservadoras, con la misma patente de corso para suspender varias en el colegio o hacer travesuras fuera, ya que nadie esperaba mucho de nosotros... Pedro bajito y yo gordito, apenas sobresalíamos entre el centenar de adolescentes de nuestro entorno. A lo mejor por eso, decidimos crearnos nuestro propio personaje. Él heavy y luego "moderno" y yo punky de fin de semana. Vestíamos de forma estrafalaria con casacas militares pintarrajeadas, llevábamos botas de militar, zapatos con hebilla, calcetines naranjas, pantalones vaqueros lavados… Visto con perspectiva, todo fue innecesario. Atesorábamos la semilla de en lo que nos hemos convertido, en la mejor versión de nosotros mismos. Pero entonces no lo sabíamos ni nos lo podíamos siquiera imaginar.


Nunca se me olvidarán las “converse” ochenteras de Paedro, cuando ya había dejado aparcada su pesada “motoreta” a favor, primero de una mobilette (la “mobi”) y posteriormente por el modelo más moderno del ciclomotor más feo de la época, la “cadi”. Ni la camiseta de cerdito, con orejas por delante y rabo por detrás... Al principio no nos atrevíamos a salir mucho de la urbanización y nos pasábamos la vida entre las mesitas del campo de fútbol y el club. Había hasta una tienda para comprar litronas al lado de la caseta de los guardas. En la piscina del club hubo un año en el que un socorrista decidió impartir un curso gratuito de trampolín. Nosotros, en la impostura de nuestro disfraz de malotes, vivimos aquel verano entre el recelo que nos inspiraban las otras pandillas del club (los "tazones" o los "pechosboys") y la lejana ilusión de que alguna de las chicas se dignase a mirarnos. Algo que intentábamos a toda costa por las noches, en la discoteca, al ritmo de “Voyage, voyage”, de Bruce Sprinsteen, de Madonna, Mecano o de la mítica Sabrina. Y quizás por eso, y porque el resto de nuestro amiguetes no eran socios del club, terminamos por alejarnos de aquel ambiente y empezamos a salir por los pueblos de alrededor. Por las tardes a Ribatejada y por las noches al Casar. Su primera desaparición coincidió con el tiempo en que salió con Begoña. Una pelirroja muy simpática a la que le encantaba el look de Robert Smith (The Cure) que exhibía Paedro. Nuevos universos inexplorados con el importante añadido de la prohibición expresa de nuestros de nuestros padres a que saliésemos de los límites de Montecalderón.


Una de aquellas tardes, ĐæßØ y Mariano que iban ya a la suya, nos pillaron en la mitad de un camino destrozando un coche abandonado. Por supuesto, borrachos como cubas… Tal vez nunca me haya sentido tan libre como aquella tarde. Ya no éramos los niñatos, hermanos pequeños de sus amigos, con los que era un coñazo juntarse. Sabíamos "divertirnos" sin su tutela. Poco a poco, comenzamos a vernos más entre todos. A mí, mi padre terminó por comprarme un vespino para que no me hostiase con el de los amigos (como había hecho un año antes). Y terminé hostiándome con mi propia moto, varias veces. Claro que para forro, aquel que se produjo porque alguien retó a Pedro “¡Paedro, derrapa!” y terminó rodando por el agreste terreno del campo de fútbol.


También con Raúl y David comenzamos a tener más trato. Davizón había llegado de uno de sus viajes a EEUU y venía con ganas de cachondeo. Sólo una tarde de escapada a Ribatejada fue suficiente como para que volviésemos a quedar más a menudo. Claro, que con la segunda novia, Pedro volvió a desaparecer durante un tiempo. Ni me acuerdo de su nombre en estos momentos, con el agravante de que años después me enrollé yo con ella durante dos o tres semanas… Todo un clásico…

...continuará...

sábado, 19 de febrero de 2011

La pandilla de Monte (I)

Declaración de intenciones del autor:
Me sugirió Ana que relatase los recuerdos con los que aburrimos a las parejas de nuestros amigos cada vez que quedamos en Madrid y me pareció una buena idea. Hoy inicio la aventura y veremos el resultado, ya que han pasado muchos años y se han borrado muchos recuerdos. Supongo que no fue tal como lo voy a contar, que hay muchos matices, que a lo mejor mezclo cosas. Los comentarios están abiertos a todo tipo de rectificaciones. Si en algo ofendo pido perdón de antemano.

Los primeros recuerdos

Mis padres compraron una parcela en Montecalderón cuando yo tenía 11 años, con el dinero que habían sacado de la venta de unas parcelas en León herencia de mi abuela paterna. Hasta ese entonces ambos se habían preocupado de que los fines de semana mi hermano y yo estuviésemos entretenidos, practicásemos deportes, disfrutásemos del aire libre... y por eso fuimos muchos años socios de un club deportivo ubicado en la Nacional 1. Tener un chalé en la sierra era "cosa de ricos", pero aquel dinero le dio a mis padres de la posibilidad de adquirir algo para que con el tiempo, cuando Miguel y yo trabajásemos, pudiéramos construir alguna casa de campo y recordar que había sido gracias a nuestra abuela leonesa. Ya se sabe, las raíces y todas esas cosas...

Después de visitar muchas urbanizaciones y por sugerencia de una amiga de mi madre con la que compartía ratos esperándonos a la salida del colegio, fuimos a parar a Montecalderón, en El Casar de Talamanca al límite de Madrid con Guadalajara en una de las desviaciones de la carretera de Burgos. Lo que era un proyecto a largo plazo se convirtió en un chalé al cabo de un año.

Como vivíamos en la calle de encima de la amiga de mi madre nos hicimos amigos de sus hijos, Alberto (un año menor de mi hermano) y Carlos (de mi misma edad y curso). Y a través de ellos conocimos a sus amigos. Creo que primero fue a Pablo y Pedro. Pablo, de la edad de mi hermano se entretenía por las tardes cacharrenado junto con Alberto en un Spectrum 128 k, poniendo música de la E.L.O. o de Alan Parsons o de Mike Oldfield y ambos nos arrastraban al resto en tan entretenido quehacer. Un coñazo. Los pequeños, Carlos, Pedro y yo, matábamos el tiempo jugando al baloncesto en la canasta de la casa de Carlos y dando alguna vuelta por la urbanización.


La california, todo un mito
Hostias con la "california"

Aseguran mis amigos que me conocieron por los "forros" que me metía con la bicicleta. Carlos y Pedro pertenecían, por así decirlo --en ese tiempo yo creo la relación entre todos ellos era bastante escasa y dividida en diferentes subgrupos-- a una pandilla más amplia a través del lazo común del primo segundo de Carlos, Raúl. Éste a su vez era muy amigo de su vecino David y de ĐæßØ, un chaval dos años más mayor que ellos que vivía en la calle de enfrente. Y fue precisamente esa diferencia de edad la que llevó a ĐæßØa pasar un poco de Raúl y David y buscar nuevos amigos con sus mismas inquietudes (la mmotos) y parecida edad. A los 14 años las diversiones de los niños de 12 resultan pueriles. ĐæßØ, con su flamante Puig Condor 2, sus gafotas, un chaleco heavy metal de Halloween y ganas de comerse el mundo, hacía mejores migas con Mariano, un chaval más bien pijillo de la misma urbanización que había heredado la desfasada Puig Condor 1 "El Platano".
 

Mis padres me compraron una bicicleta Bmx California color amarillo canario y lo cierto es que nunca fui muy bueno a sus lomos. Allí me podéis ver, un chico gordito con el pelo rizado a lo micrófono, que al llegar al campo de fútbol de la urbanización lo primero que hace es meterse un piñote delante de un grupo de chavales a los que no conocía. Supongo que fui la vergüenza de mi hermano,  pero lo que es seguro es que fui el hazmerreir de todos. La suerte es que sólo me he convertido en un orgulloso ególatra con la edad por lo que en aquel entonces no le di demasiada importancia. Al fin y al cabo parecía que con aquellos chavales no iba a tener que compartir muchos momentos. Me equivocaba.

Alguna vez más coincidimos con algunos de ellos. David y Raúl soportaron los desaires de su amigo José y afianzaron su mutua amistad. Dice David que el primer recuerdo que tiene de mi presencia fue un día que mientras ellos estaban jugando al fútbol aparecí yo buscando a Carlos con una risa de idiota. Puede ser. El gordito con el pelo a lo Jackson Five haciendo cosas de niño. Lo que no cuenta, desde su perspectiva de adulto, es que ellos eran igual de infantiles, con las mismas risitas estúpidas. Él se recuerda a sí mismo "jugando al fútbol" de un modo muy elegante. Yo recuerdo haber visto a Raúl de portero y a un listillo con orejas de soplillo tirándole el balón. Raúl tampoco es que fuese en aquel entonces el tío simpático, extrovertido y agudo en el que se ha convertido con el transcurso de los años. Más bien me dio la impresión de ser un patoso que le reía las gracias a su amiguito. Sea como fuere, la imagen revela por sí misma el aburrimiento que debía ser el hecho de no tener a otros compañeros de juego, los suficientes como para montar dos equipos. 

¿Cómo llegamos entonces a entablar amistad siendo tan dispares? Continuará...

jueves, 17 de febrero de 2011

Hipotecas

Cosas que dan qué pensar:

"Porque, al fin y al cabo, ¿qué es una calle como la de Ellesmere sino una cárcel con las celdas dispuestas en línea recta? Una hilera de cámaras de tortura semiseparadas donde los pobres asalariados con 5 o 10 libras semanales lloran y crujen de dientes. Cada uno de ellos tiene al jefe haciéndole la puñeta, a la mujer subida a sus lomos y a los niños chupándole la sangre como sanguijuelas [...] en cada una de estas cajitas de estuco vive un pobre desgraciado que no es nunca libre excepto cuando está a punto de dormirse y sueña que ha tirado al jefe al fondo del pozo y lo está sepultando con piedras [...] lo peor de nosotros es que imaginamos que tenemos algo que perder [...] imaginamos que somos respetables propietarios [...] y el hecho de que en realidad no seamos propietarios, de que tengamos todos a medio pagar nuestras casas y vivamos devorados por el terror de que nos ocurra algo antes de haber efectuado el último pago [...] porque en realidad estamos comprados, es más, comprados con nuestro propio dinero [...] pobres imbéciles oprimidos que están echando el bofe para pagar el doble de su valor".

Subir a por aire (Coming Up for Air). George Orwell, 1939

...si él lo vio tan claro en 1939, ¿por qué somos tan estúpidos de persistir en el error?

sábado, 8 de enero de 2011

¿Dónde está el límite?

Leo con sonrojo que TVE ya no emitirá corridas de toros para no dañar la sensibilidad de los espectadores con el sufrimiento animal. Yo no soy taurino, pero reconozco su valor estético y cultural. Valoro el arte de algunos toreros que se arriman al peligro buscando la gloria o la muerte como lo pudieron valorar en su momento personas tan respetebles como Goya o Picasso. O Heminway... Sin embargo, la misma televisión que se nutre de los impuestos que yo pago me torró en Nochevieja con Bisbal, Baute, Sanz... y compañía, como si lo que hacen estos chiquitos pudiese considerarse remotamente arte. A mí no me van a pillar. Nunca compraré un disco de acordes repetitivos y voces melosas para enamorar a adolescentes que todavía creen en que existen príncipes azules.Y preferiría que con mis impuestos se promocionase a grupos desconocidos que verdaderamente merecen una oportunidad y que como yo, paguen sus impuestos en este país cainita para mantener una educación pública cada vez más nefasta y una sanidad más masificada. Y que vayan a los toros los quieran, y los que no, que no vayan. Y que lo vean por la tele los que quieran, y los que no, que cambien de cadena. ¿Acaso es tan difícil? 
No se trata de ideologías. Reconozco el valor de los profesionales de TVE y el hecho de que sus informativos sean más plurales que en la etapa del PP. Me parece una buena idea que la tele pública no tenga anuncios dejando esa parcela para las televisiones privadas, que son igual de aburridas. Lo que me da que pensar es la inexorable tendencia que vivimos de recorte de las libertades en todos los ámbitos.
Hoy, el portero de un bar me ha comentado mientras apuraba un cigarrillo en la calle que tengo que situarme a 15 metros de la puerta para que mi humo no moleste a quien quiera entrar en el establecimiento. Por ley. No puedo fumar en los bares porque alguien ha decidido que "es malo" para mí y si me quiero tomar una copa me tengo que salir, andar 15 metros y fumármelo allí. ¿Para qué? Realmente no es para evitar molestias o un cáncer a mi prójimo. Lo hacen para  deje de fumar, para que me resulte un incordio tener que salir, para terminar siendo un paria y quedar señalado frente a una sociedad sana que repele el humo no por maloliente o dañino, sino porque es un "vicio". Porque si no, ¿por qué no se permiten los bares para fumadores y para no fumadores y que cada uno haga lo que le venga en gana? ¿Dónde quedó aquello de mi libertad empieza donde termina la del otro?
Se prohibe fumar en los bares como paso previo a prohibir fumar en cualquier sitio. Para que nos vayamos acostumbrando. Del mismo modo que alguien decidió que para conducir una moto era obligatorio llevar un casco... ¿Y si yo prefiero correr el riego de partirme el cráneo a parecer la hormiga atómica? ¿A quién afecta eso? Alguien en su momento decidió que él era lo suficientemente poderoso y la sociedad los suficientemente estúpida como para imponer a todos que llevar casco. No nos convenció, nos obligó por ley bajo pena de multa. Luego vino el cinturón de seguridad o el chaleco salvavidas en las embarcaciones.
Otro, nos probibió plantar semillas, regarlas, abonarlas, cuidarlas y fumarnos la cosecha. También porque es malo. Da igual que te abra la mente, que te relaje o que te permita pasar un buen rato. El legislador, en su infinito conocimiento, simplemente lo prohibió y para la mayoría de la gente el que esté prohibida la maría es sinónimo de que es mala. Otro legislador se inventó las fronteras y se quedó tan ancho estrechando un mundo que era de todos. Por eso ahora no se puede circular libremente por la tierra como se hacía no hace mucho tiempo. Otro decidió que si te construyes un barco que simplemente flote no puedes sacarlo al mar sin que un ingeniero lo haya supervisado... por tu seguridad. Eso sí, previo pago al ingeniero y a la institución marítima competente. Y lo mismo con las casas. Tú no te puedes construir una nueva planta en tu vivienda particular y jugartela a que no se te caiga encima por tu cuenta y riesgo. Algún arquitecto previo pago tiene que supervisarla. Otro decidió que los cuerpos son feos y que no se puede andar por la cale en bolas, como es lo natural. Los hay incluso que pretenden que usemos las palabras que ellos quieren para definir determinadas cosas. Los que querían impedir, por ejemplo, que los gays llamen matrimonio a sus relaciones y que sin embargo llevan siglos follándose a los niños.
Estamos construyendo una sociedad de irresponsables que para todo tienen que pedir permiso a alguien que supuestamente sabe lo que nos conviene. Y nos quejamos de que el Estado gana dinero con el tabaco mientras nos impide fumar. El problema no es el dinero. El problema es el recorte de libertades.
PD: Sé que he pecado de demagogia barata en algunos casos, pero ¿acaso no es como para reflexionar?

miércoles, 5 de enero de 2011

Los Berrones...

Ahí va una canción de antaño olvidada pero recuperada. Especialmente dedicada a Óscar El Marqués... y para todo el que quiera disfrutarla, por supuesto.


Los Berrones - Chacho




Dicen
que tienes muches perres
y nun gastes un chapu sabrá Dios
en onde tendrás el furacu
Cuantos,
cuantos restolaron
por tos les otravies debaxo las teyes y hasta per les matos

Siempre que te vi andaves sólu per camín
con les madreñes desferraes un paraguón y un callau

Siempre que te vi andaves sólu per camín
 con les madreñes desferraes y un paraguón...

Chacho,
onde tas Chacho
fuisti pa´l otro mundu sin haberlo probao
Mucho te gustaben les mozes
 y nun hubo ninguna que mirare pa tí

Nunca
perdiste un cabudallu
y dives a tos los entierros y mises que hubiera en el añu

Siempre
 con la misma chaqueta
 los mismos bombachos,
 les mismes chiruques que enseñen la dea

Siempre que te vi andaves sólu per camín
 con les madreñes desferraes un paraguón y un callau

Siempre que te vi andaves sólu per camín
con les madreñes desferraes y un paraguón....

Chacho,
onde tas Chacho
fuisti pa´l otro mundu sin haberlo probao
Mucho te gustaben les mozes
y nun hubo ninguna que mirare pa tí.