domingo, 12 de septiembre de 2010

Hasta siempre, Pepe

Vuelvo a casa después de un durísimo día de trabajo pese a ser sábado, con parada previa en el Tanatorio de Alicante. Ha muerto Pepe Picó, compañero de La Verdad durante los poco más de diez años que llevo viviendo en Alicante. Allí he coincidido con otros compañeros y amigos, la alcaldesa, concejales, su asesor, sus responsables de prensa. Pepe llevaba la sección de Local, y más esporádicamente, la de Política, como yo. A muchos les brotaban lágrimas sinceras, pues Pepe era de esas personas que simplemente se catalogan como "buena gente". Era de esos periodistas que nunca te harán una guarrada con tal de publicar una exclusiva, que siempre acogen a los recién llegados, de los que siempre tienen un minuto para saludarte y preguntarte qué tal estás pese a ser un forofo de esta ciudad en la que sus habitantes unos días te abrazan y otros echan la mirada al suelo para no tener que decirte hola...
Simplemente es increíble que ya no esté con nosotros, que el destino le haya jugado la mala pasada de arrebatarle la vida con 40 años, con un hijo que no llega a la decena y una mujer a la que quería y con la que comía muchas veces en el mismo bar que yo y otros de mis compañeros... al lado de su Ayuntamiento, porque era su casa. Maldita profesión si es que ha tenido algo que ver con ésto... no sé si estarías de acuerdo conmigo en denostar esta especie de droga que es el periodismo... pero hasta siempre, Pepe.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Adiós al verano




Se fue. Otro más. Desde luego no lo voy a recordar por los viajes ni por las aventuras... Ha sido el verano del reencuentro. Más que del reencuentro, que en todo caso habría sido conmigo mismo, ha sido el verano de la reafirmación. Un tiempo que dejar atrás; un momento para olvidar preocupaciones sin sentido; para poner un punto y final al pasado y mirar al futuro.


Crisis es sinónimo de cambio, sobre todo cuando se supera. Aunque la crisis dure años siempre sigue una misma evolución, una curva descendente y luego ascendente. Progreso, declive, y progreso nuevamente hasta alcanzar el punto inicial. Incluso más positivo, ya que el camino te permite adquirir experiencia, perspectiva, lejanía. Hace varios años titule un post en esta misma bitácora: "navego a la deriva". Hoy conozco el destino y hay infinitas posibilidades de elegir un viento u otro, una corriente u otra que sirva de motor a mi nave. Simplemente porque sólo ahora gobierno el timón sin ataduras ni querencias. Incluso puedo decantarme por elegir un nuevo destino.


Dice mi amigo Gus que hay dos clases de experiencias vitales. Todos caminamos de frente siguiendo la dirección de una cuerda que sujetamos con las manos. Lo que ocurre es que para algunos está tensa. Conocen a dónde les conduce y la mayor parte de las veces les obliga a asirla con esfuerzo en caminos cuesta arriba, en pedregales, en lodazales que dificultan su paso. Para otros en cambio la cuerda cae al suelo frente a ellos, floja, destensada. Les permite vadear el camino cuando se pone difícil o quizás explorar otras rutas. A veces su flacidez da que pensar: ¿realmente conduce a algún sitio? ¿está atada a algo firme? Sólo sabes que avanzas camino, el que tú eliges...


Quiero creer que aquello que me impedía ver la boca de la caverna era un nudo en la roca justo en esa entrada, un nudo que tensaba el camino en una única dirección hasta este verano y que ahora, cuando finalmente he visto la luz delante de mí y no hay sino una cuerda en el suelo a partir de ese punto. No hace falta ni dejarse llevar, basta con seguir caminando para ver que hay detrás de la siguiente loma...