lunes, 5 de noviembre de 2012

La pandilla de Monte (V): Fer

Creo que Fernando fue el último en llegar a la pandilla. Es el más pequeño (David, Raúl y yo le llevamos un año) y un día apareció en las mesitas del campo de fútbol con su hermano Mariano, que había hecho muy buenas migas con ĐกæßØ. Aquel mismo día algún cabrón de nosotros comentó que tenía los brazos más largos que las piernas y desde entonces se quedó con el mote de "el Mono", que siempre ha llevado con toda dignidad y buen humor. Luego vinieron las coñas de denominar a su antigua puch cóndor (que en aquella época compartía con su hermano hasta que le compraron al vespino) como "el plátano". Nunca ha sido un tipo de muchas palabras (si no lo remediaba la ingesta desmedida de alcohol), pero sí alguien en quien confiar, un valor seguro. Lo supe desde el primer día y lo pude confirmar muchos años después, cuando tras una movida con mis "amigos" del colegio fue el primero en mostrarme su respaldo inquebrantable.

La primera muestra de su amistad la tuve al poco de conocernos. Un día, me prestó su moto para llevar al 'Pegatas' (Carlos) a su casa y nos metimos un forro brutal en la curva del club social. Yo creo que recodar que mi paquete se movió en plena curva y que me empotré constra un cubo de basura pero también he de reconocer mi impericia a la hora de pilotar una moto. Mi padre fue a ver al suyo para concretar como pagaba los desperfectos y su familia, lejos de exigirnos nada asumieron el coste. Siempre he creído que Fer medió a mi favor y siempre le estaré agradecido por ello ya que además de una pierna destrozada me había llevado la mayor bronca de mi vida en casa. Aquel año fue el que nos regaló los chándals "emerson" azúl y gris de la empresa de su padre que cada uno utilizó de forma intermitente durante la década siguiente. Yo creo que todavía tengo la sudadera en algún cajón.

Cualquier plan siempre era bien recibido, en Monte o en Madrid. Si había que salir, era el que más salía; si había que beber, era el que más bebía; si había que jugar al poker, era quien más apostaba... Dejó los estudios antes que el resto y se puso a currar en las peluquerías de su familia con lo cual siempre tenía pasta para ir de copas, para comprarse ropa o incluso para prestárnosla sin interés a los que nos veíamos "pillados" por la escasa paga que nos daban nuestros padres. En una época en la que apenas podíamos soñar con las 125cc. que tenían "el Tazón" o "el Nenas", Fer y yo quedábamos a menudo para ir a Callejas y comprar el mejor metrakit o el mejor variador de cobre para que nuestros 'pepos" pasasen de los 65Km/h en las largas rectas. Eso sí, cuando pudo, no se compró una moto grande como el resto

Cuántas hostias no nos habremos dado con los vespinos volviendo por el camino 'del valle' de Ribatajada a Monte; cuántos minis de cerveza con peppermint y 'mataosos' no nos habremos tomado; cuántas veces no habremos terminado en "El liguero de Marta", el el "Warholls"; en "Zipango" (en sus múltiples versiones) o en el "Graf"... tan cocidos que éramos incapaces de entrar a ninguna; cuántas noches no nos habremos quedado sin dormir por ver juntos las carreras cuando los españoles no se comían ni un colín, no como ahora; cuántas locuras no habremos ideado... Me acuerdo de una en especial, la de la muñeca hinchable que un año le regalamos a ĐกæßØ por su cumpleaños y que paseamos en el 'pepo' de Fer por toda la urbanización. Pero todo a su tiempo.

Continuará...