lunes, 25 de mayo de 2009

Tirando pa'lante


Por fin me ha pagado Hacienda la devolución de la renta de 2008. La desagradable sorpresa es que me ha descontado una multa de 166 euros del Ayuntamiento de Madrid que nunca me fue notificada. De perdidos al río... ni la pienso reclamar...

Por fin, con ese dinero, podré empezar a tapar los agujeros que han dejado el techo de mi vida económica como un colador. Las goteras estaban empezando a provocar que el agua me llegase al cuello. Cinco meses sin alquilar la habitación, 10 meses sin que se me pague el prometido aumento por hacerme cargo de los fines de semana en el periódico, una tarjeta de crédito que tiembla como un flan desde que me fui de viaje a Escocia han podido con mi maltrecho pecunio mensual. No nos engañemos, la culpa es sólo mía por ser tan desordenado con el dinero como con las comidas. Yo, por definición, gasto y no ahorro. Intento vivir la vida como si mañana me fuese a atropellar un camión (esperemos que no, cruzo los dedos). No voy a solucionar este caos en un momento pero es que tampoco sé si quiero solucionarlo...

Esta tarde viene mi nueva inquilina por los próximos tres meses. De nuevo compartir mi casa pero de nuevo también, a conocer personas, vivencias... Tiro pa'lante como cualquier otro españolito trabajador de clase media ¡qué no es poco!

martes, 19 de mayo de 2009

Domingo de playa

El domingo por la mañana me di el primer baño de la temporada en las cristalisnas y todavía frías aguas de la playa de San Juan. A veces me pregunto porqué emigré de mi Madrid natal... y siempre encuentro respuesta en la playa, el lugar en que fui feliz a los 10, a los 20, a los 30... y sigo siéndolo a los 35. Lo mismo da que sea dando un paseo bajo ese cielo invernal que amenaza lluvias torrenciales o tirado en verano sobre una tolla que no impide que termines rebozado de arena como una croqueta. Alicante no es la tierra prometida, es la tierra elegida (por mí), y como entiendo las elecciones como un supremo acto de autonomía, voluntad y libertad, no hay sitio mejor en el mundo (para mí) como éste.
Un domingo más desayuné mi café con leche y mi tostada con tomate y queso en el Azul a pie de playa, ojeando (y hojeando) el periódico, y como siempre, preocupado por si llevaba suficiente dinero suelto para las viandas, el diario y el tabaco. Sí, lo sé, es absurdo pero siempre llevo el dinero líquido justito (es un coñazo parar a sacar dinero con la moto, el casco, el periódico, el tabaco, la toalla... manías de uno...) temiendo que los tres euros que dejo para el desayuno no sean suficientes porque el dueño del local haya decidido que ya ha llegado el verano, y con él los madriles, es decir, la excusa perfecta para elevar la inflación en el sector de la restauración local (algún día haré un post en contra de usar el término "restauración" para hablar de restaurantes; para mí la restauración tiene más que ver con el arte o la artesanía... pero esa es otra historia). Finalmente, tras mis desvelos me tranquilicé cuando el camarero me pidió los tres euros de rigor y vi que todavía me sobraban monedas para dejarle propina, como siempre.


De ahí, a la arena en una playa en la que te da tiempo mientras te acercas a la orilla a otear el lugar en donde están los cuerpos femeninos más esbeltos y los bikinis más pequeños. Al fin y al cabo, si vas a estar al menos dos horitas bajo el sol abrasador lo mejor es tener un paisaje alrededor lo suficientemente agradable como para de vez en cuando levantar la vista de las páginas del libro (en este caso, "El asombroso viaje de Pomponio Flato", el último de Mendoza; muy recomendable para pasar un buen rato) y encontrar una razón más para pensar que Alicante es el Edén, aunque no lo sea (por razones obvias, generalmente lo alicantinos).


Ubicado, barnizado de protector solar, y tras vuelta y vuelta como un bistec poco hecho, me di cuenta de que entre la del bikini y yo se había situado el típico pesao frisando los cuarenta. Un tipo lo suficiente "definido" como para ser la envidia de los michelines de sus amigotes, pero con un cartel en la frente que le delata: "divorciado cachondón o en su defecto eterno soltero a lo Peter Pan más cerca de inspirar lástima que envidia". Y así fue.


A todo esto yo me estaba preguntando (siempre lo hago en la misma situación) porqué soy capaz de oír las conversaciones de personas que están a 10 metros cuando estoy tumbado en la playa mientras que de normal estoy más teniente que Franco cuando hacía la mili en África. Algún físico me sacará de dudas algún día. Y fue entonces cuando Peter (Pan) se incorporó y le preguntó a la del bikini mínimo qué estaba leyendo. ¡Qué grande! Siempre me ha admirado la gente sin vergüenza, capaz de iniciar cualquier conversación en cualquier sitio. Aunque esa admiración me duró poco. La segunda pregunta fue: "¿Y está bueno?". ¿Bueno? Bueno está un entrecot a la pimienta, o un dónuts o si te gusta que te entren por el garaje, un tío, si se me permite. Pero nunca un libro. A pesar de lo estúpido de su pregunta la chica le contestó amablemente, le dio dos besos cuando se le acercó y charlaron durante cinco minutos.
¿Moraleja? Aun no la tengo clara pero independientemente de que quedase como un mastuerzo le tengo que reconocer la virtud de haberlo intentando. Por cierto, yo me quemé una franja de la espalda en la que no me puse protector solar. Es lo malo que tiene ir solo la la playa...

martes, 12 de mayo de 2009

Sin ánimo de ofender

Que conste que no lo recojo por nadie en especial. No albergo ningún reproche hacia ninguna mujer. La única a la que podría reprochar algo sólo me inspira indiferencia, más allá de una leve e insana curiosidad satisfecha por saber que cada día tiene más cartucheras y pinta de viejuna. Sólo quiero subrayar con este post la letra de una canción que hoy sería imposible grabar en un disco. La tacharían de machista y los más jóvenes del lugar seguramente necesitarían un diccionario para entender que dice Antonio Machín (un genio) aparte de los coros... No lo digo yo, lo dicen (y lo confirma el Farero) las estadísticas sobre el nivel de comprensión lectora en nuestro sistema educativo. Ahí va el regalo para vuestros oídos...

"Maldita
penetraste en el centro, de mi pobre corazón
lacerando con tu falsa, lo más hondo de mi alma tan tranquila
sin amor
maldita
cuántas cosas te dio el mundo, para ti vive el amor
que con gracia tu subyugas, a los seres que enamoras con tu estilo
superior
Tentadora, que trasciende la impostura
bien ocultas la malicia de tu par
lacerando con tu falsa lo más hondo de las almas que has ganado
con maldad.
Maldita
penetraste en el centro, de mi pobre corazón
lacerando con tu falsa, lo más hondo de mi alma tan tranquila
sin amor
maldita
cuantas cosas te dio el mundo, para ti vive el amor
que con gracia tu subyugas, a los seres que enamoras con tu estilo superior
Tentadora, que trasciende la impostura
bien ocultas la malicia de tu par
lacerando con tu falsa lo más hondo de las almas que has ganado
con maldad.
Que maldita son las mujeres, que maldita son
que maldita son las mujeres, que maldita son
cuando una mujer te cela,
y veas lágrimas correr no olvides que la mujer,
de llanto ha hecho una escuela
que maldita son las mujeres, que maldita son
que maldita son las mujeres, que maldita son
si llora al controvertir o sollozar yo la escucho
pero cuando llora mucho su llanto me hace reír
que maldita son las mujeres, que maldita son
que maldita son las mujeres, que maldita son
ni dándome un beso ardiente, mas nunca me engañaran pues sé que son como el pan,
que hay que comerlo caliente
que maldita son las mujeres, que maldita son
que maldita son las mujeres, que maldita son"

domingo, 10 de mayo de 2009

Viejas amigas, jóvenes amigas


Escribo en la cama, cuando termina el domingo y empieza una semana de las "largas". No podré volver a descansar hasta el próximo lunes, como poco, y se me antoja un tunel demasiado largo. Sé que a mitad de semana ya no quedarán fuerzas más que para ir al ralentí, ni siquiera quedarán muestras visibles del sol en mi piel, ese que me ha dejado marcadas las gafas como si mi cara fuese un pastel de fresa y nata y que mañana luciré con orgullo. Pero ha sido buen fin de semana, de relax, de comidas y cenas pausadas (si no fuese porque Marina perdía el tren), de reencuentros, de películas tirado en el sofá, de cacharreos variados en el garaje, del cigarrito en la cristalera del jardín cuando el cielo se ha vuelto gris y a descargado cuatro gotas de lluvia, de divertida lectura y de bulliciosos aperitivos y paellas a la orilla del mar...

Me encanta esta época del año. La gente tiene otra alegría. Los días son largos y se está igual de a gusto en casa que en la calle. Afloran los planes para compartir cualquier tiempo libre, para programar el verano. Estoy convencido de que en los meses de mayo y junio hay menos suicidios, menos discusiones, menos malos rollos.

Marina (las dos, madre e hija), Nuria y Silvia... de nuevo juntas, como en la foto de hace más de una década. Faltaba Mato, porque ha querido faltar... El tiempo pasa pero seguimos ahí, todos juntos, cada uno con nuestras historietas, éxitos y fracasos... y lo que es más importante, todos estamos BIEN, pese a las preocupaciones coyunturales del momento... Yo, incluso que he quitado una preocupación hoy alquilando de nuevo la habitación... pero eso es otra historia...