lunes, 5 de noviembre de 2012

La pandilla de Monte (V): Fer

Creo que Fernando fue el último en llegar a la pandilla. Es el más pequeño (David, Raúl y yo le llevamos un año) y un día apareció en las mesitas del campo de fútbol con su hermano Mariano, que había hecho muy buenas migas con ĐกæßØ. Aquel mismo día algún cabrón de nosotros comentó que tenía los brazos más largos que las piernas y desde entonces se quedó con el mote de "el Mono", que siempre ha llevado con toda dignidad y buen humor. Luego vinieron las coñas de denominar a su antigua puch cóndor (que en aquella época compartía con su hermano hasta que le compraron al vespino) como "el plátano". Nunca ha sido un tipo de muchas palabras (si no lo remediaba la ingesta desmedida de alcohol), pero sí alguien en quien confiar, un valor seguro. Lo supe desde el primer día y lo pude confirmar muchos años después, cuando tras una movida con mis "amigos" del colegio fue el primero en mostrarme su respaldo inquebrantable.

La primera muestra de su amistad la tuve al poco de conocernos. Un día, me prestó su moto para llevar al 'Pegatas' (Carlos) a su casa y nos metimos un forro brutal en la curva del club social. Yo creo que recodar que mi paquete se movió en plena curva y que me empotré constra un cubo de basura pero también he de reconocer mi impericia a la hora de pilotar una moto. Mi padre fue a ver al suyo para concretar como pagaba los desperfectos y su familia, lejos de exigirnos nada asumieron el coste. Siempre he creído que Fer medió a mi favor y siempre le estaré agradecido por ello ya que además de una pierna destrozada me había llevado la mayor bronca de mi vida en casa. Aquel año fue el que nos regaló los chándals "emerson" azúl y gris de la empresa de su padre que cada uno utilizó de forma intermitente durante la década siguiente. Yo creo que todavía tengo la sudadera en algún cajón.

Cualquier plan siempre era bien recibido, en Monte o en Madrid. Si había que salir, era el que más salía; si había que beber, era el que más bebía; si había que jugar al poker, era quien más apostaba... Dejó los estudios antes que el resto y se puso a currar en las peluquerías de su familia con lo cual siempre tenía pasta para ir de copas, para comprarse ropa o incluso para prestárnosla sin interés a los que nos veíamos "pillados" por la escasa paga que nos daban nuestros padres. En una época en la que apenas podíamos soñar con las 125cc. que tenían "el Tazón" o "el Nenas", Fer y yo quedábamos a menudo para ir a Callejas y comprar el mejor metrakit o el mejor variador de cobre para que nuestros 'pepos" pasasen de los 65Km/h en las largas rectas. Eso sí, cuando pudo, no se compró una moto grande como el resto

Cuántas hostias no nos habremos dado con los vespinos volviendo por el camino 'del valle' de Ribatajada a Monte; cuántos minis de cerveza con peppermint y 'mataosos' no nos habremos tomado; cuántas veces no habremos terminado en "El liguero de Marta", el el "Warholls"; en "Zipango" (en sus múltiples versiones) o en el "Graf"... tan cocidos que éramos incapaces de entrar a ninguna; cuántas noches no nos habremos quedado sin dormir por ver juntos las carreras cuando los españoles no se comían ni un colín, no como ahora; cuántas locuras no habremos ideado... Me acuerdo de una en especial, la de la muñeca hinchable que un año le regalamos a ĐกæßØ por su cumpleaños y que paseamos en el 'pepo' de Fer por toda la urbanización. Pero todo a su tiempo.

Continuará...





sábado, 6 de octubre de 2012

La pandilla de Monte (IV): Raúl

Cualquiera díría que aquel chaval patoso que aparecía por las mesitas del campo de fútbol en su puch Caribe iba a resultar el mejor deportista de todos nosotros tan sólo unos pocos años después, a lo que fuese: fútbol, baloncesto, tenis,... ¡Hasta tenía suerte en el poker! El año pasado incluso me sacó más de cinco minutos en la San Silvestre Vallecana; por no hablar de capacidad para seducir a la mujeres. En cualquier caso, no es la mejor de su cualidades. Si Pedro es el excéntrico y David la salsa de la pandilla, Raúl es su corazón.

Quizás en los primeros años no, cuando todavía éramos unos críos de 12 o 13 años, pero hasta donde alcanza mi recuerdo, la verdad es que siempre congeniamos bien y al poco tiempo ya habíamos forjado una amistad sincera, auténtica, de esas que sabes que te acompañarán el resto de tu vida por muy alejados que estéis. Todavía hoy, si pasan más de dos meses sin saber de su vida, le echo de menos y le llamo. Lo bueno es que es un sentimiento recíproco porque son muchas las veces que es Raúl quien me llama a mí. 

Tal vez aquellos primeros años yo seguía la misma inercia que los demás. En aquel tiempo de la preadolescencia a Raúl le faltaba malicia y eso provocaba que a veces nos metiésemos con él. Todo cambió una tarde de aquellas en las que salíamos por El Casar. Siempre el mismo plan: futbolín en el bareto aquel que había en la carretera, enfrente del Charlot, donde empezamos a conocer al resto de pandillas de la zona, del Coto, de Ribatejada, de Las Castillas. No era un mal modo de socialización hacer pasar a algunos por debajo de la mesa. "Ni media, ni guarro". Fue en el segundo roce con el Oso y el Babas (ya he relatado la leche que me llevé unas semanas antes en el pilón) y fue Raúl el que les plantó cara. "¡Coño! --pensé-- Éste nada tiene que ver con el Raúl de la puch Caribe. ¡Qué güebos!". Desde entonces lo he tenido claro: Raúl no es de los que trata de pisar a nadie, pero no consiente ni consentirá que le pisen a él.

Poco a poco nos fuimos haciendo más y más amigos. Las primeras novias, los inviernos lluviosos y la pereza de los padres de algunos hacían que no todos los fines de semana la pandilla al completo coincidiésemos en el chalé. Raúl y yo sí, lloviese, tronase o nevase; así que fueron muchas las veces nos fuimos solos de cachondeo a Ribatejada o al Casar, lamentándonos de que faltase el resto. ¡Quién volviese a entonces, para darnos una colleja y explicarnos que nos bastábamos los dos solos para pasárnoslo bien como ocurrió luego en aquellos viajes a San Juan de finales de los 90, cuando vivimos tantas y tantas aventuras! Ojalá pudiese ahora pasar más tiempo con él. Con la misma edad, las mismas preocupaciones, las mismas expectativas, madurando al mismo tiempo... Raúl ha sido testigo de mis éxitos y mis fracasos (y yo de los suyos), la persona a la que confesaba mis sueños, sentimientos y expectativas (y él a mí las suyas), a veces confesor, a veces cómplice, a veces contrapunto o incluso justo rival... y siempre de buen humor y optimista.

Recuerdo que el mismo año que me compraron el vespino le compraron a él la cóndor, y cómo me alentaba a veces a que nos las intercambiásemos. De hecho creo que aprendí a usar una moto con marchas en aquel caballazo rojo con el que apenas llegabamos con los pies al suelo. Nuestras vidas corrían tan parejas que incluso nos compramos nuestras primeras motos grandes casi al mismo tiempo. Él aquella RD350 matapijos y yo la tranquilita yamaha Diversion verde... Por cierto, qué guapa dejamos aquella moto pese a que Raúl no se prodigó en las labores de lijado. ¡Y qué viajes a Alicante apretándoles las orejas por las rectas interminables de La Mancha! Y qué bien se ha integrado siempre con los 'otros' amigos de todos, siempre abierto, siempre dispuesto a participar de cualquier proyecto, incluso para hacer de vampiro...   



Luego yo me vine a Alicante y él se fue a Tarragona, donde de vez en cuando nos dejamos caer Davizón y yo para corrernos alguna que otra juerguecita. Menudo trío, y que dure. Ahora pasa por ser un señor responsable, casado, con un hijo y todo un jefazo de área en su empresa. Pero siempre con el alma joven, Raúl si por alguna circunstancia no puede salir de fiesta, en seguida te llama para ver cómo te lo has pasado o qué locura ha hecho éste o aquel. 

domingo, 30 de septiembre de 2012

¿Cómo hacer un baúl de regalo de cumpleaños?

Hace unos años, en una radiante mañana invernal Ali y yo nos acercamos a un mercadillo de antigüedades donde compré dos caballos de metal de estética modernista. Hasta hoy no les había dado uso, pero sabiendo la afición de mi amiga Masha por la hípica, se me ocurrió regalarle por su cumpleaños un baúl decorado con caballos. Para ello, me propuse replicar las piezas con resina de poliester y éste es el resultado. "Mani-manitas", el regreso:
 
 
 
¿Cómo repliqué los caballos? Utilicé un marco de madera que cubrí enteramente con plastilina. La preparación requiere que la base esté plana porque eso permitirá introducir la mitad del caballo de metal exactamente de modo que podamos eliminar la rebaba que quedará, de una manera más fácil, cuando se desmoldee la pieza.


Luego, con unas láminas de acetato por los bordes (cortadas a medida) levanté el molde de modo que cuando vertiese la silicona líquida, no se descolgase por los lados. Para ello, sellé las láminas de acetato con cinta. El objetivo es construir el molde en dos partes para poder sacar la pieza una vez se haya endurecido la resina.
Como la silicona líquida es cara, traté de sólo utilizar la necesaria. Como se ve en las imágenes, a los lados del caballo sobra mucho espacio, por lo que corté otras láminas de acetato y las clavé en la plastilina de forma oblicua para reducir el volumen del molde. Luego sellé los bordes con más plastilina, tanto en el interior como en el exterior.
 
Con una llave allen le hice varias muescas para que luego pudiese cerrarse exáctamente una pieza sobre otra. Al verter la resina esos huecos producirán una especie de pestaña en un molde y su hueco exacto en el otro. Así se podrán encajar las dos partes siempre de forma exacta y ayudar, como he dicho antes, a eliminar la rebaba que dejará la resina una vez endurezca al tomar la forma del molde.
 
 
Ya estaba listo el primer marco del molde para verter la silicona líquida. Hay que mezclarla exactamente con un catalizador en una proporción del 5%. Sólo si se mezcla bien endurecerá en el tiempo adecuado (una noche). Una vez se ha vertido sobre la pieza mi consejo es darle pequeños golpecitos para que salgan las burbujas que se producen al hacer reacción el material con el catalizador.
 
 
Después de sacar el primer molde de su marco, se procede a retirar con mucho cuidado la plastilina sobrante. Es el momento de hacer la segunda parte del molde. Pero previamente hay que cortar la silicona de las patas que han quedado completamente cubiertas de modo que se puedan sacar en su momento. Es una operación delicada. Para que la silicona de un molde no se pegue a la del otro, aplico laca transparente (de pintura, no de pelo se entiende) sobre la superficie. Esto creará una delgada película que separará un molde de otro. Luego, vuelvo a meter la pieza en el marco para verter la silicona. Se realiza la misma operación.
 
Con las dos piezas hechas, sólo hay que cortar ambas en forma de canal para que una vez unidas se pueda verter la resina. Es importante hacerlo en el sitio correcto para que se cubra toda la pieza. Se supone que la ley física de los vasos comunicantes debe permitir que se rellene bien, pero la densidad de la resina no es la del agua. Lo suyo es ir volcando la pieza de un lado a otro mientras se vierte la resina e incluso apretándola por el centro para que salgan las burbujas de aire.
 
 
 
Después de verter la resina y esperar a que se endurezca, se saca la pieza replicada de los moldes con cuidado. Se elimina la parte sobrante del canal para el vertidos y se pule toda la pieza con una lija de agua de grano medio. Luego se podrá pintar del color que se quiera y tras la pintura, una mano de laca la protegerá y le dará brillo.
 
 
Existen todo tipo de cajas de madera a buen precio. Yo me decanté por una de tipo baúl a la que le corté las patas para hacerla más sencilla. Hay que lijar la madera, aplicar tapaporos y luego frotar la superficie con lana de acero o una lija al agua de grano fino para que quede bien pulida. Se cubren con cinta de carrocero los cierres y bisagras. Sólo después se puede pintar de blanco con el aerógrafo y darle su respectiva capa de laca. Esto último hay que hacerlo en varias partes para que no se pegue la tapa. Yo utilizo papel de horno, de ese que se coloca para que no se pegue la comida, separando así la tapa de la caja.
 
Entre tanto, se puede ir haciendo el interior. Recorté en madera de contrachapado de 3mm 10 piezas del tamaño de las paredes y suelos de la caja. Siempre dejando unos milímetros de margen porque cuando las tenga que forrar de fieltro adhesivo aumentará un poco su tamaño y no encajarán. Se pueden ir cortando en función del tamaño final que quede, es decir, se ponen los suelos y los lados largos de las paredes y se mide el hueco que queda para los lados opuestos, que se cortan al final. Luego se pegarán a las paredes y suelos. Con la tapa realicé la misma operación. Si se intenta pegar el fieltro directamente en las paredes es probable que se arrugue y se creen pompas.
 
Ya sólo quedaba un detalle, personalizar el baúl para la cumpleañera. Tuve que pedir a una amiga rusa que me dijese como se escribe "Masha" en caracteres cirílicos. Hice la plantilla en cinta de enmascarar de baja adherencia, la pegué sobre la tapa, cubrí el resto y utilicé acrilico color oro (ya que las piezas metálicas eran color oro y el interior en amarillo) aplicado con el aerógrafo. El toque final fue unas pasadas de blanco por la parte superior y de negro por la inferior, emulando brillos y sombras que dan cierta profundidad a las letras. Luego, sólo había que pegar los caballos a la tapa con pegamento de doble componente. Previamente había marcado con una punta la línea sobre la que debían ir pegados para que estuviesen alineados al borde de la tapa. También me ayudé de cinta para que la medida hasta los bordes laterales fuese idéntica en ambos lados. Se quita la cinta a los cierres y bisagras metálicas... Y ya está el baúl.
 
FELICIDADES, MASHA!!!!
 
 

miércoles, 26 de septiembre de 2012

La pandilla de Monte (III): Davizón

Hoy, chateando con Pablo por facebook me he llevado la alegre sorpresa de que sigue este blog. ¿Hace cuánto no nos vemos? Tal vez 15 años, pero cuando me ha dicho que se rió "las muelas" leyendo los dos primeros capítulos de la serie "La pandilla de Monte" de febrero y marzo de 2011, me he dedicido a continuarla. Espero que los aludidos podáis enriquecer mis recuerdos con comentarios. Si alguien se siente ofendido o cree que debo dejarlo, que me lo diga, pero parece que son más voces a favor que las que están en contra. Prosigo con la descripción de los personajes y luego vendrán las batallitas... Un abrazo a todos.
 
Pienso en cómo empezar el perfil de Davizón (hoy Deivid, Morochín...) y me descubro tarareando la canción de los Secretos: "El resto de la banda se perdió / El maldito reloj los engulló / hacen quinielas, hijos, van al bar / Tu oficio no es peor que los demás...". ¿Por qué será?
 
Davizón era y sigue siendo la salsa de la pandilla, o lo que queda de ella, alguna que otra cena anual. Si no estaba, faltaba algo: la alegría, el descojone, el carpe diem, la frase que nos acompañaba de muletilla durante meses al resto, como aquel famoso: "desfase by the way" que utilizábamos para terminar cualquier frase. En eso no ha cambiado. Te dice: "respeto, gordo", y tú sin darte cuenta lo utilizas con quien menos debes en el momento más inoportuno como si fuera un lenguaje universal aunque sólo sea una expresión con significado para dos personas.
 
Yo no llegué a conocerle en los comienzos de la pandilla. Como he comentado en las anteriores entradas llegué cuando todos ya se conocían. ĐæßØ siempre cuenta como de niño le agobiaban con responsabilidades como el cuaderno de vacaciones sanillana mientras él y Raúl podían vagabundear a sus anchas durante todo el día. Con el tiempo, a mí me da que aquel sentido de la responsabilidad que le inculcaron sus padres no le ha venido tan mal, por muchos disgustos que le costase entonces. Ha forjado su carácter de emprendedor, una faceta que se esfuerza por demostrar a menudo como si los demás pensásemos que sólo es bueno para salir de fiesta. No lo pensamos, sus logros están ahí.
 
Mi amistad con Davizón se forjó un verano, a la vuelta de una estancia de un mes en EEUU, cuando (creo recordar) que Raúl estaba de vacaciones. Ellos eran y son uña y carne, y durante algún tiempo formaron su propia minipandilla. Fue el verano en el que a mí me compraron el vespino Slx, y a Raúl y a él las puch Cóndor 3. A Raúl la roja réplica de la "dominator" y a Davizón la negra y amarilla que parecía una avispa. Debíamos de tener 15 o 16 años. Nos prestó un montón de gorras de baseball y ahí íbamos a los bares, los más chulos del lugar. Desde que nos tomamos la primera litrona juntos en las fiestas de Ribatejada esto ha sido un no parar, ya va para 23 o 24 años, y sigue siendo la persona del mundo con la que mejor me lo paso saliendo de copas.
 
De hecho, mis grandes mosqueos con Davizón venían de que ni Raúl ni yo entendíamos que a veces se lo pudiese pasar mejor con su otra pandilla, la del colegio, los de las botas rojas "cantosas", que con nosotros. Celos de adolescentes. Una vez incluso me vengué de él acusándole de "traidor" en un cómic porque no había ido a una fiesta en Cobre (en la Plaza de los Cubos) en la que habíamos quedado todos. Todavía me sonrojo cuando me lo recuerda.
 
Iba con él cuando me enrollé con la primera chica, en Caché; estaba con él en aquella fiesta mítica en el chalé de ĐæßØ (en la que Albertón o el Meigo desparramaron el vino de la barrica del abuelo sobre el terrazo, lo que dejó una mancha perpetua) cuando sentados en la ventana me dijo: "daría un año de mi vida porque este momento lo recordásemos siempre"... y lo sigo recordando; fue por su culpa que me arreó la primera de muchas ostias el Oso en el pilón del Casar tras su mítica frase de "Margarita tiene el chichi pelón"; fue gracias a él (y a Edu) que descubrí grupos como La Polla Récord, Kortatu, Skorbuto...; presencié como se lió con "la Chotada", que le dejaba marcas en el cuello para que no se liase con otras y luego pegaba patadas al coche de su ex para meter a Davizón en broncas; estaba con él cuando se lió con Marga sin saber que había sido la novieta de José; le vi como el más sensato en aquella funesta acampada en la que la pandilla casi se va a tomar por el culo por el uso de una simple linterna; le he observado repartiendo leches a dos chulitos de mi clase en una fiesta de fin de curso pero también, como años después una loca le metió "una galleta" sin ton ni son en el puerto de Dénia; me morí de la risa cuando en un seven-eleven espetó aquello de "me comía un gitano cagando con guarnición" delante de dos gitanillas que se le echaron encima con un: "pues a lo mejor tenemos más dinero que tú" y ni corto ni perezoso respondió: "no era peyorativo, he dicho que con guarnición"...son tantas y tantas historias las que irán saliendo y las que no se pueden contar. Pero todo a su tiempo.
 
Atrás quedaron los tiempos del seat Fura heredado de su madre y para lo último hay que remontarse a 1999: la boda de Pedro y Viru. Omito los descojones del final de la despedida de soltero para no herir susceptibilidades. Ya en la celebración, después de liarla gritando "¡que salude el del tigre!" (en referencia a un tío de la novia que habíamos conocido en el váter) y de haber hecho miles de chistes sobre largartas y dragones de komodo con el vestido de 'la Vane', Davizón terminó liándose con una amiga de Viru, Sara (según dijo entonces, se había llevado la "barbie peluquera").


Imagen cedida por Feroz (ver comentarios)
Yo, que ya estaba saliendo con Sonia, al poco me vine a vivir a Alicante. Durante 5 años apenas nos vimos porque cuando yo quedaba con la pandilla mi "princesa" enfermaba (literal). Un día, sin embargo, David me llamó hecho polvo para contarme que había roto con Sara. Hablé con él cerca de una hora sobre los detalles. A los pocos meses fue mi turno. Ese mismo verano montamos unas míticas vacaciones de 4 días en Ibiza y otros 4 en Alicante. Yo tardaría en recuperarme más tiempo, pero nunca olvidaré el apoyo que Gus y él me brindaron por aquel entonces.
 
Desde entonces, hay unos días, lo mejor de cada año, en los que nos montamos una escapadita o algún que otro día de juerga por Madrid, Alicante, Tarragona, Barcelona..., con quien se nos quiera unir: Noe, Mato, Marina, Gus, sus amigos... "En la cresta de la ola", mientras que el resto de la pandilla ha sido engullida por el reloj..., nosotros riéndonos del mundo bajo el tamiz de las mallas de mejillones. Os presento a Davizón como me presenta él a mí: "Aquí mi amigo Marcelo, pelucón, y aquí yo, Cristiano, tabletilla". 

viernes, 21 de septiembre de 2012

Sexting, el descubrimiento

Me gustan las posibilidades de internet, las nuevas tecnologías, las posibilidades de la supermodernidad o hipermodernidad en la que nos movemos. Me intereso por los avances. Tengo este blog, y cuentas en facebook, twitter, instagram... Pero al mismo tiempo apenas veo televisión si no es el Discovey o el canal Historia, y a ser posible, reportajes de astronomía o física. Cuando tengo tiempo, me decanto por las series de ficción o por películas. Por eso, aunque me manejo relativamente bien en el mundo hipermoderno, no tengo ni idea de quienes son los que participan en los realitys o el famoseo en general, y mucho menos estoy al día de reportajes "hipermodernos" como los de la Milá. La verdad es que no me interesan. Eso sí, los viernes, cuando nos vamos a comer todos los compañeros del periódico al Bruno, las chicas ojean (u hojean) las revistas y nos tratan de poner al día. Es el paso previo a que María nos lea a cada uno nuestro horóscopo para la semana. Sin duda, uno de esos buenos momentos que tiene la semana...

Pertenezco a una generación en la que no sería raro que ya estuviera harto de chatear, pero nunca he tenido cuenta en messenger, y menos aún he dado el paso a inscribirme en Meeting o algún portal de ligoteo. Tengo amigos que si los usan o los han usado. Sé cómo funcionan y en principio me parecen una opción tan respetable como cualquier otra. Si yo no me doy de alta es porque sé que sería un gasto inutil de dinero (eso es lo de menos) y de esfuerzo ya que aunque consiguiese quedar con alguna chica interesada, sería incapaz de dar el paso final. Primero tendría que comprobar que está muy buena, porque peco de exigente. Y luego se tendría que dar el caso de que fuese muy lanzada ya que como explica Gus, si no me dan "con las bragas en la cara", no capto el mensaje. En suma, ni lo intento.

Toda esta introducción viene al caso porque el otro día comiendo con mis compañeros de trabajo me he enterado de que hay una cosa que se llama sexting (creo que se escribe así) y que consiste en ponerte salidillo mientras que te mensajeas con alguna. Algo había oído. Lo que no sabía es que ahora "lo que se lleva" es, tras una conversación informal a través del whatsapp, sorprenderla enviándole una foto de tu culo desnudo o de tu rabo. ¡Para qué andarnos con tonterías! Por supuesto al principio no me lo he creído. Cuando me han enseñado las galerías de sus móviles con la colección de pitos, he flipado. La verdad es que me han enseñado sólo un culo, pero me tomo la licencia de exagerar un poco toda vez que no tengo la intención de ver ningún rabo ajeno, ni siquiera por el interés sociológico del asunto. Eso es el sexting y requiere a su vez una "respuesta proporcionada", como la política exterior de los EEUU. Tú me estrellas dos aviones contra las Torres Gemelas y se mueren mil personas, yo invado dos países y me cargo a cientos de miles. Proporcional. Pues lo mismo, tú le mandas una foto de tu rabo y ella te remite una instantánea de sus peras, por ejemplo. Al parecer en el ambiente gay se multiplica a la enésima potencia el tráfico de datos, cosa que no me extraña porque los tíos somos muy guarretes.

Debe ser cosa de otra generación, ya que mis compañeras o frisan o no llegan a los 30. En busca de una segunda opinión, como con los diagnósicos de las enfermedades terminales, he recurrido a una amiga un poco más joven que yo y me ha confirmado que en alguna ocasión le ha llegado algún rabo virtual a su móvil, pero sostiene que no es tan común. Por cierto, ha aprovechado para denostar el whatsapp y los malentendidos que provoca (el doble check, ese clásico del que hablaré algún día) y, sin solución de continuidad, desear al mundo un nuevo diluvio universal, la caída de un meteorito que arrase con la humanidad o simplemente que se abran los siete sellos del Cielo y por fin llegue el Apocalipsis (esa obsesión antes sólo tenía un amigo y ahora parece que se extiende por lo que le tengo que dedicar unas palabras, otra vez será). Común o no tan común, llamadme clásico, pero no me parece ni medio normal. No lo censuro, pero no le veo la gracia. Será porque gasto una talla homologada de condones. Porque entendería que si entre las piernas tienes un misil balístico lo normal es que quisieses que todo el mundo conociera tu potencia militar, aunque sólo fuese una demostración de "guerra preventiva". Pero no creo que haya tantos rabos xxl por ahí... ¡¡¡Sexting!!! Aquí sí que pegaría la respuesta comodín rusa para todo tipo de situaciones: ¡¡¡Madre Crrrristo!!!


POSDATA (2): Aún a riesgo de parecer pesado, quiero referirme de nuevo al mensaje relatado en el post anterior, al hilo del descubrimiento del sexting. Ahora entiendo por qué la rubia me despachó con viento fresco. Otro gallo hubiera cantado si en vez de preguntarle si llegó bien a Madrid después de la fiesta, de forma educada como yo hice, me hubiese fotografiado las pelotas y se las hubiese enviado rodando por la red de redes. ¿Qué mujer no caería rendida a mis pies? La imagen podría haber ido acompañada del famoso verso de Francisco de Quevedo: "Don, sin din, cojones en latín", para dármelas de persona ilustrada.

Por cierto, nunca me he fotografiado dichas partes, debería ir empezando a crearme un book para ver cual es mi mejor perfil... cuando te das el primer baño del año en la playa, allá por abril o mayo y se retrotraen tímidamente por el frío; cuando pasas con la moto por delante de un guardia civil y desaparecen misteriosamente a la altura del gaznate; o en su estado natural... "¡Manda güebos! ¡Qué tropa!", que diría Federico Trillo.  

domingo, 16 de septiembre de 2012

El final del verano

Tomo prestada la frase de Quique González para empezar este post. Se acaba para mí otro "verano de periódicos flacos". Cada vez más flacos, supongo. Y por primera vez en mi vida, no he viajado. Ni siquiera he disfrutado de una pequeña escapadita a Madrid. Sin duda este hecho ha provocado que éste haya sido uno de los perores veranos en los últimos años.
Entiéndase bien, ha habido buenos momentos como la excursión en velero a Tabarca, el día de tapas en Benidorm, el día de buceo en La Coveta, las comidas y cenas en ca'Dani y la boda de Ali... He disfrutado de la playa, del chiringuito y de las visitas de mi familia, de Pedro y Viru, de Javi... Incluso ha habido días grandiosos como el del Low Cost con Deivid, Noe y Gus o el día de la cápsula del tiempo con la pandilla casi al completo. Pero el verano empezó mal, me vi forzado a elegir las vacaciones partidas en julio y septiembre. Y lo que mal empieza mal termina.
No me gustaría volver a los tiempos en los que teníamos cierta inquietud con la llegada del otoño. Cuando teníamos ganas de desempolvar los jerseys y cuando volver clase suponía nuevos retos, proyectos y expectativas. Pero me gustaría volver a sentirme como entonces. Ahora mis proyectos más urgentes son terminar la tesis, a la que le he dado el empujón definitivo, conservar el trabajo y sacarrme un título para poder navegar el año que viene en un velerito. O sea, lo mismo que en los últimos otoños. Cada vez se me hace más difícil ilusionarme con algo nuevo. Puede que sea sólo un momento vital por el que atravieso o puede que a partir de ahora esto vaya a ser así siempre. Esperemos que no sea así y entre tanto, el objetivo es que sean más los días buenos que los días malos. Entre tanto, este seguirá siendo mi cuaderno de bitácora. Feliz otoño a quienes me seguís.

miércoles, 18 de julio de 2012

Vienen tiempos difíciles.

Ayer conocí a un tipo muy singular. Es dueño de un porcentaje de la goleta más bonita
del Mediterráneo. El sueño de cualquiera. En un momento de la conversación nos explicó que hoy tiene ese fabuloso barco porque pertenece a la generación "con más suerte de la historia de España". Llegó en el momento adecuado, con 28 años, al sitio adecuado, a la más importante naviera de la época, con la formación adecuada, y le hicieron capitán de un gran buque. No sólo a él. El tipo relataba como a mediados de los 70 su generación consiguió las mieles del éxito laboral porque la generación de la posguerra se jubilaba en bloque. Supongo que también habría motivos políticos detrás de aquella situación. Un día antes por casualidad le comentaba a mi amiga María, once años menor que yo, que tenía mucha suerte de haber nacido cuando nací. En la misma época en la que a este hombre le hacían capitán de barco.

Mi infancia fue en los ochenta, con todo lo que ello significa: una educación con valores arraigados y un ocio con sólo dos cadenas de televisión que permitía que chavales como yo nos socializásemos con bicicletas bh, chapas, el burro, el rescate, partidos de fútbol en la playa, el cine de verano y tantas y tantas cosas que hoy parecen del pleistoceno medio.

Y de ahí, a una juventud en los 90 con vespinos y chalés en la sierra y fiestas de la primavera o de Minas. De San Juan Playa en sus mejores tiempos, de acampadas en la pedriza, de viajes con tu primera novia a campings de Santander o Asturias. Llegó la madurez y los primeros trabajos. Y a mediados de los 2000 teníamos dinero para comprar un bungalow con el que nunca hubieses soñado en los 80, con garaje para una Hornet 600 impecable, con amigos en la misma situación económica con los que poder viajar a Ibiza, Nueva York, Escocia o Croacia. Cada década, mejor que la anterior. Cada proyecto más divertido que el del año pasado...

A lo mejor hace unos meses si el capitán me hubiese contado la suerte que había tenido de nacer cuando nació le habría replicado. Hoy tengo la sensación de que el bienestar del que ha gozado mi generación se consume poco a poco, de que los tiempos de la abundacia tocan a su fin. Sólo oigo hablar de ERES y despidos, de que van subir los impuestos, de que "vivíamos por encima de nuestras posibilidades", de que si me echan del trabajo tendré menos menos meses de subsidio de desempleo, de que si enfermo tendré que pagar mis medicinas, de que es probable que cuando me jubile ya no haya una paga mensual para mí... y ólvidate de vender esa casa por la que vas a pagar el doble de intereses de lo que te costó y que algún día pensaste que podía ser tu tabla de salvación, tu plan b. No me quejo. O no demasiado. Los que vienen detrás están mucho peor. Tengo un trabajo que me gusta y por el que, por ahora, me pagan bien. Otros de mi generación, gente muy capaz, llevan años en el paro. Y la generación de María ni sueña ya con dejar de ser mileuristas. Tienen la suerte de no haberse metido en hipotecas, pero el futuro para ellos es menos halagüeño que el nuestro.

¿Seremos una generación perdida? ¡Quién lo sabe! Lo peor de todo es que antes de las elecciones de noviembre cabía la esperanza de que los que llegasen al poder podían cambiar el rumbo con apenas un par de sacrificios. Yo no les voté pero albergaba la esperanza de equivocarme. Hoy nadie en este país tiene esperanza. Las primeras medidas del Gobierno han sido sacrificar a la clase media para salvar a la banca. Ni siquiera a los empresarios de toda la vida, como podía esperarse. Oímos a los directivos de las cajas cómo no estaban preparados para el puesto que ocupaban y por el que han cobrado cuantiosas jubilaciones o indemnizaciones y comprobamos que no van a la cárcel pese a haber arruinado a cientos de miles de ahorradores que confiaron en ellos. Los políticos han salvado a los que sustentan su modo de vida y nos han condenado al resto. Han cedido nuestra soberanía, regada con la sangre de los que hace siglos se opusieron a la tiranía de un rey absoluto, a los tiranos actuales: los mercados, las agencias de calificación, los bancos centrales, las corporaciones, las multinacionales... Así que adiós a los tiempos felices y preparémonos para la involución. Vienen tiempos difíciles.

lunes, 28 de mayo de 2012

Da igual

No es que tenga un poco olvidado este blog, sino que son pocas las cosas que puedo o quiero contar. Este año no hago otra cosa que pasar de sobresalto en sobresalto laboral, de tedio en la mayor parte mi tiempo libre (a excepción de algunas fiestecitas improvisadas o del viaje relámpago a Barcelona) y de incertidumbre sobre mi futuro familiar. Está claro que 2012 es un punto de inflexión, y a una semana de mi 39 cumpleaños, no hago otra cosa que darle vueltas a la cabeza. No os preocupéis. Me pasa siempre unos días entes de mi cumple. Por si fuera poco, a Gus y a mí nos ha dado por ver documentales sobre el origen del universo, sobre optimismo vital o sobre grandes conspiraciones que, a la postre, no sé si ayudan o hacen ahondar nuestro escepticismo. Bueno, hablo por mí, "mi escepticismo". Parece que todo el mundo a mi alrededor reordena su vida. Unos se van a buscar castañas en el extranjero porque la economía española es una basura y tiene visos de terminar en detritus, otros acaban de tener hijos, otros se van casar, otros se han ido a vivir juntos con sus parejas… y yo sigo igual. Que se entienda, no me quejo, estoy bien, como siempre, pero precisamente por eso tal vez me siento un poco atascado en el círculo trabajo-descanso-juerga-trabajo-descanso…, sin ningún tipo de expectativa a corto plazo más allá de pasar un buen verano. Podría ser peor, podría quedarme sin trabajo o sin amigos con los que salir de fiesta, eso sí que sería un drama. Con todo, estos documentales me permiten adoptar perspectiva respecto a la viva. La verdad es que nada tiene sentido y a la vez todo lo tiene. Somos una suma de partículas minúsculas y vacías que forman átomos, y estos se engrosan hasta crear la materia. Somos el recuerdo de un "big bang" que tuvo lugar hace mucho tiempo y pasaremos por esta vida sin pena ni gloria, más allá de la huella que dejemos en la gente con la que hemos mantenido contacto. Así las cosas, sólo cabe tirar para adelante, haya o no expectativas o incertidumbres porque la verdad es que nada de eso importa, nada será decisivo. Se trata de seguir sobreviviendo, eligiendo el placer frente al dolor. Punto.

domingo, 25 de marzo de 2012

Te sigo echando de menos

Te sigo echando de menos. Quizás con más sosiego que hace dos años. Pero te sigo echando de menos todos los días de mi vida. Saber que no estás ahí para contarte mis cosas me convierte en un huérfano. No poder contarte mis logros para que te sintieses orgulloso o pedirte ayuda y consejo cuando tengo problemas, es una losa demsiado pesada. Hace poco le contaba a un amigo que hay golpes en la vida que te hacen más viejo, que te roban la capacidad de disfrutar algunos momentos. Y al tiempo, quiero honrar tu memoria manteniendo la alegría, la sonrisa que durante tantos años reflejó tu felicidad cuando estabas con nosotros. Te echo de menos.

lunes, 13 de febrero de 2012

Un día melancólico

Anoche me dejé la radio puesta para dormirme con las historias de La Rosa de los Vientos, y como suele ser habitual, me he despertado con un boletín de noticias. No consigo comprender por qué suben el volumen a esas horas.

Entre la vigilia y el sueño, he escuchado la noticia sobre la muerte de Whitney Houston. Me ha invadido la tristeza. Acurrucado bajo el edredón, con Ajax a mis pies, y en la oscuridad de la noche, han venido a mi mente un montón de recuerdos.

Yo debía tener 14 años cuando triunfó I Wanna Dance With Somebody y en Antena 3 Radio eligieron esa canción para despedir el programa anterior a GomaEspuma. Me sentaba en la cama de mis padres a escuchar en su radio-despertador el programa para no molestar a mi hermano mientras estudiaba en nuestra habitación, una horita antes de cenar.

Ese verano, el primero en que pude entrar en la discoteca del club de Monte sonaba un montón, al igual La Isla Bonita de Madonna o Voyage Voyage de Desireless. Bebíamos 43 con naranja o con chocolate y nos enamorábamos perdidamente de cualquier niña durante todo un verano sin siquiera atrevernos a decirle ni hola. Envidiábamos a los mayores, a los que tenían 18 y podían conducir una aprilia replica 125CC y con ello, ligar un montón.

Ese verano fue también el que afiancé mi amistad con Edu y Álvaro en San Juan. Con ellos, porque nosotros podíamos salir más mientras Gus y Jorge se pasaban las tardes jugando a las maquinitas. Y la canción de Whitney también sonó en aquella fiesta de final de verano en la que la liamos en casa de Alfredo y Alejandro.

Parece que hablo del pleistoceno, pero anoche me parecía que estaba volviendo a los 80, que todavía tenía todo un mundo de posibilidades por delante. Quizás por eso he estado melancólico todo el día, por todo lo que he perdido desde entonces. Porque en algún momento, sin nosotros saberlo, todo aquello acabó. O simplemente, porque Whitney, pese a no conservar ni una sola de sus canciones en mi ipod, formaba parte de mi vida hasta anoche. Al fin y al cabo, con I Wanna Dance With Somebody nacimos un poco al mundo los dos. Por eso, donde quiera que estés, descansa. Yo y muchos otros te seguiremos recordando.

sábado, 21 de enero de 2012

Mi pacto con Javier

No. Si he de ser sincero, a estas alturas no sé que hacer con mi vida. Vivirla, sin más. Seguir adelante e ir tomando decisiones según se planteen los dilemas. Ya tendremos tiempo de hablar de ello y echar la vista atrás. Y sí, todas estas cosas me las pregunto en silencio, para mí mismo, mientras veo como tu padre te acuna en su hombro al tiempo que canturrea una nana. El brillo en su mirada pese al malestar del hombro o la espalda, o la desesperación de tu madre -no porque no quiera que gruñas y llores, sino porque sabe que algo te pasa en la tripita y no puede hacer nada por calmarte-, se compensan con cualquier gesto que hagas. Ya estás aquí, con nosotros, desde hace menos de un mes... Y nada volverá a ser lo mismo. Sin duda será mejor.
Javier, llegas a este mundo en un momento complicado, en un tiempo de cambios. Las cosas se suceden con demasiada rapidez. Se estrellan los cruceros porque el maitre de uno de sus restaurantes quería saludar desde cubierta a la gente de su pueblo y el FBI cierra el portal desde el que tu padre y yo nos bajamos las películas. Cuando lo leas, si es que algún día lo lees, nadie se acordará de ello. Ni siquiera nosotros. De lo que sí nos acordaremos es de cómo abres los ojos sin saber muy bien qué es lo que estás mirando, del calor del hogar en el que vas cogiendo los primeros gramos de peso y de los buenos ratos que pasamos juntos. Fuentes de toda solvencia aseguran que ya has superado los 3 kilos. Bien por ti. A ti todas estas imágenes que nosotros grabamos día a día en nuestra alma se te habrán borrado. Sin embargo, yo espero estar ahí para recordártelas.
Eres un niño muy querido, lo has sido incluso mucho antes de nacer porque eres la extensión del amor que sienten entre sí tus padres. Un amor que nos transmiten a todos. Yo me acordaré de este día como me acuerdo ahora del día en que se conocieron ellos. Quién lo iba a decir. Fuimos a aquella fiesta en casa de Ángel porque nos dejábamos caer en todas las fiestas a las que nos invitasen, pero sin más expectativas, sin ser conscientes de lo decisiva que iba a ser aquella noche para el resto de nuestras vidas. Yo gané una amiga y tu padre lo ganó todo, una amiga, una compañera, una pareja, una prolongación de sí mismo. Bueno, eso que te lo cuenten ellos. Como podrás comprobar con el tiempo son bastante recurrentes en algunos aspectos. No les digas que te lo he dicho yo.
Lo cierto es que naciste aquella noche. Ellos bromeaban con el futuro nombre de sus hijos sin ponerte cara. Ay si lo hubieran sabido. Eso es lo bueno de la vida, como irás comprobando. La vida te sorprende. A veces te zarandea y descoloca, y otras, te ofrece regalos maravillosos. Sólo tienes que estar ahi, atento para cogerlos. Tú eres uno de esos regalos para nosotros. Aprovechate de ello. Desármanos siempre que puedas y cuando decidas ser un chiquillo travieso recuérdanos lo gamberros que fuimos en otro tiempo; cuando te plantees comportarte como un adolescente insoportable, devuelvenos esa  pasión por las cosas que nosotros ya hemos perdido... Y a mí personalmente, recuerdame siempre que puedas que no soy quien para dar lecciones de nada a nadie, y que a mis treinta y ocho ya entraditos, ni siquiera sabía qué hacer con mi vida.
Este es mi pacto contigo. De ahora en adelante me comprometo a aportar todo lo que esté en mi mano para que seas feliz, a apoyarte en tus sueños, a ayudarte con tus problemas y a ofrecerte algún que otro consejo útil. A cambio sólo te pido que no olvides nunca que eres un niño muy querido, incluso antes de desembarcar en esta locura de mundo en el que te ha tocado vivir. Y lo que es fundamental en la vida: ¡Te deseo buena suerte!

martes, 3 de enero de 2012

¿Cómo hacer un castillo para los click?

El regalo de Reyes 2012 de mi sobrino Héctor J.r.
 Siguiendo los consejos de mi amiga María, quien cariñosamente me llama "mani-manitas" (a saber cómo me llama cuando yo no la escucho), os ofrezco este manual práctico por si queréis hacer un regalo a vuestros más pequeños. En este caso se trata de un castillo para los clicks de famobil (en nuestro tiempo, playmobil).
Lo primero de todo y lo más fundamental saber es que si podéis gastaros 130-165 euritos en un castillo ya hecho, ni os molestéis en empezarlo. En mi caso, los de la empresa en cuestión me parecían demasiado pequeños y decidí poner en un aprieto a mi hermano regalando un castillo a mi sobrino que no cupiese en su casa...

Hay que buscar unos cartones duros para hacer la base. Yo pensé primero en cuántas habitaciones (cajas de zapatos) iba a poner en cada lado y corté esos cartones a medida. Con un par de cajetillas de tabaco pegadas en los bordes y en el centro, levanté la estructura de la base. Cerré los extremos con cinta de embalar y lo rellené de espuma de poliuretano para que quedase duro, pero con el mínimo peso posible.
 A la izquierda podéis ver los cartones que usé de base. Como se ve en la imagen de la derecha tuve que poner peso en algunas partes (la columna de una balaustrada que tenía por casa para otro proyecto) y unos libracos gordotes en el centro. Más abajo, se ve la estructura rellena de espuma ya seca y las cajas que me iban a servir de habitaciones más tarde. La mayor dificultad estriba en pensar previamente cómo váis a organizar cada uno de los habitáculos ya que si uno está encima de otro, cuando se abran los techos, quedará poco espacio para meter la mano y jugar. Por supuesto, yo lo hice sobre la marcha y me encontré con algunos problemas que no esperaba.



Luego vienen las habitaciones. Al fondo situé dos grandes torres a las que sólo se puede tener acceso en el piso superior. Rellené el piso inferior con corcho blanco para evitar peso (en la foto de la izquierda). Elegí dos cajas de zapatillas nike (son bastante grandes y duras, las naranjas) para las salas principales: las mazmorras y las caballerizas. Vienen ensambladas por lo que tuve que pegarlas por dentro con cola para darles más consistencia
Es el momento de empezar con las torres. Lo primero es pensar en qué tipo de techo queremos. Yo me decanté por la madera de contrachapado de 3mm. Así que me puse a medir y cortar. Como podéis ver abajo, había que dejar un hueco para que los clicks pudiesen salir al exterior, así que una vez cortado el techo a medida (con el hueco debajo del cual iba a ir la escalera), incluí un listón a modo de viga donde luego se asentaría el techo (por el otro lado el techo va cogido a la pared con bisagras. Recorté el cartón para que atravesarlo con la viga y luego la pegué...

Es el momento de adecuar el interior con cartulina pegada con cola para darle el aspecto del suelo y las paredes... En la imagen del centro podéis ver la viga a la que me refería ya montada sobre la caja.



 Mientras se va secando la estructura se pueden ir haciendo otras cosas. Mi idea era que el salón del trono y las torres llevasen algunos detalles, como los escudos de Castilla y León. Por eso, hice con plastilina sendos escudos y luego un molde con caucho para poder reproducirlos con resina cuantas veces quisiese. Y lo mismo hice con los marcos de las ventanas. Esta técnica es un poco más complicada, pero como podéis observar el resultado es bueno. Le da un toque especial:


 Entre tanto, ya iba pensando en que otro de los detalles más importantes de la estructura debía ser los contrafuertes del muro. Se me ocurrió la idea de unir varias cajetillas de tabaco vacías por sus tapas con cola, y una vez secas, cortarlas de forma trasversal para que así me saliesen dos contrafuertes con cada estructura, todos de la misma altura y el mismo grosor. Luego sólo había que cerrar la parte central con cinta de embalar y pegarlos al muro a una distancia elegida. Sobre todo, cerca de las esquinas. Así que me puse a ello.


Hay que tener en cuenta que allí donde pongáis cola será mucho más difícil cortar con el cúter. También, que las superficies no van a quedar perfectas ni con mucha consistencia. No pasa nada. Más tarde recubriremos toda la estructura con papel-maché (papel de cocina o higiénico recubierto de agua y cola blanca de carpintero) al que le saldrán arrugas e imperfecciones. Ese es el objetivo porque cuando le demos una mano de pintura parecerá que está hecho de piedra. Pero todo a su tiempo.

Vamos con más detalles. Los techos, una vez cortado el contrachapado, les damos un par de manos de tinte para madera con base de alcohol (el pincel se limpia fácilmente con agua). Cuanto más saturemos la superficie, más oscuro será el color que se introduce por la veta de la madera.
Cuando seca, se le dan un par de manos de tapaporos para madera bien diluido (con disolvente o aguarrás) para que no queden grumos ni goterones.
Y una vez seco éste, se pule con lana de acero. Se corta un poco de la lana y se frota sobre el tapaporos hasta que éste pierde todos su brillo. Si nos pasamos comenzaremos a lijar el barniz y eso es un problema. Si pasase, lo mejor es lijar toda la superficie y comenzar desde el principio el proceso. Pero, ¿a que no sois tan manazas? Espero que no.
 Al principio el resultado asusta pero tras pasar un paño húmedo y secarlo se ve que el acabado es un tono mate bastante chulo. Todas las partes de madera llevarán este acabado. También el puente levadizo. Mientras vamos cortando el resto de las cajas que serán habitaciones, midiéndolas adecuando los interiores a los distintos usos que vayamos darles.
Vamos a seguir con las torres. Cortamos trozos de cartón a modo de almenas y los pegamos con cola Si ponía dos, al sobresalir, daba más sensación de contundencia. Así que acortar el doble de las necesarias.

Utilizamos más cajetillas de tabaco vacías para hacer las ventanas. Se cortan muy fácilmente con el cuter y se rellenan con huecos con cinta de carrocero, papel celo o cinta de embalar. Cualquiera vale para todo este tipo de procesos, depende de lo que tengáis a mano o del grosor que necesitéis. Yo para las torres utilicé cajetillas de tabaco largo y para otras habitaciones, de las normales. Las que están en la foto de la derecha son las que utilicé para el salón del trono.
Para hacer las piedras de los sillares me pasé horas cortando tiras de papel del periódico, enrollándolas y sujetándolas con un trocito de papel celo. Seguro que hay otros métodos. Cuando me cansé compre boquillas de tabaco de liar, pero el problema es que todas tienen idéntico tamaño y el resultado no es tan bueno. Al final opté por combinar ambos tipos y no quedó mal.


También las puse en algunos interiores, como en las mazmorras de la foto. Por cierto, la reja está hecha de varillas de acero pegadas con "nural" de dos componentes denominado "soldadura en frío" y luego pintadas con spray negro mate y laca transparente. El papel-maché con el que se sustentan las 'piedras' también sirvió para pegar la reja. Se coloca papel de cocina sobre las 'piedras' y se unta de una disolución de cola blanca en agua al 50%. Es laborioso, pero cuando se seca queda duro y compacto.
 
 Más tarde se pinta con una base de gris oscuro toda la superficie de una manera uniforme. Y con la técnica del "pincel-seco" se le van aplicando distintos tonos de gris cada vez más claro. Al final, se le da pequeños toques de blanco. Una vez seca la pintura, se le aplica laca transparente en spray y se deja secar. Para el suelo de las celdas pegué con cola blanca un trozo de saco de arpillera a medida, como si estuviese lleno de paja, pero sin que se desprendan los hilos finos. Luego, le coloqué un techo de madera a medida (por la mitad, porque encima va otra habitación) y pegué las mazamorras a la base del castillo.

A partir de ahí, vienen el resto de las habitaciones. Hay que ir organizándolas, cortando los espacios que van a ocupar las puertas, e ir haciendo las puertas con madera de contrachapado con la misma técnica que los techos. Con bisagras pequeñas se van colocando en sus huecos. En este caso se trata del salón del trono.
Le puse los escudos hechos previamente con resina y que estaban pintados con colores vivos. Las paredes las cubrí con corcho natural para dar la sensación de calidez. Y el resultado lo tenéis a la izquierda.  

Colocando también dos ventanas preparadas previamente, a esta habitación sólo le queda recubrirla por fuera con piedras, y lo mismo se puede ir haciendo con el resto de las habitaciones del castillo.

A la izquierda, otra de las habitaciones, esta vez del piso superior, la que dará acceso a las torres. A la derecha, una de las habitaciones ya con las piedras preparada para colocar el papel maché que le dará la consistencia que necesitamos.

 





Se colocan los contrafuertes allí donde es necesario, recubre de papel-maché toda la superficie y se van pegando las habitaciones unas a otras. Poco a poco el castillo va tomando forma...








Decidí a mitad del proceso hacer los muros de una pieza y pegarlos a las habitaciones para dar más fortaleza a la estructura. Habrá que medirlo y luego colocar las piedras. Una vez puestas, papel-maché a "cascoporro". 

Luego, se coloca de una pieza sobre la estructura del castillo. Yo la tuve que atornillar para cogiera la forma que quería, porque la humedad del papel-maché hace que se combe un poco.

Y vamos con las torres. Usé un tubo duro de cartón de uno de esos calendarios de regalo y lo coloqué sobre una caja de cartón hecha a medida para que no se moviese. Vertí un poco de cola dentro, y cuando se secó estaba dura como una piedra toda la estructura. En la foto las véis superpuestas para hacer mediciones. Antes es más cómodo tenerlas sueltas para colocar sus sillares. En este caso, trozos de cartón duro.





Una vez terminadas, se le colocan las almenas y ya están preparadas para pegarlas a la base del castillo y el papel-maché. Servirán de zócalo sobre el que debe aposentarse por delante el puente levadizo y por detrás las rejas. Todo ello cogido con bisagras. Pero eso vendrá más adelante. Y, hala, a poner papel-maché a todo. Se necesita paciencia, tiempo y mucha cola de carpintero con agua... Animo!

 




Luego, ya sólo quedan los detalles. Es decir, colocar el puente levadizo, la reja, y colocar cinta en todas las superficies que no queremos que se manchen cuando nos pongamos a pintar... Una mano de resina de poliuretano le da mucha más consistencia. Pero necesitaréis más de un kilo y tendréis que hacer varias mezclas para poder aplicarla sin que vaya secando...
Ahí veis los techos encintados y debajo el castillo con una mano de gris oscuro. Luego, con el pincel un poco mojado se van dando trazos de gris cada vez más claro allí donde hay arrugas en el papel-maché, para dar sensación de brillos y sombras...



















...y, cuando está terminado se retira la cinta, se pintan los detalles allí donde no llegábamos con el pincel, se comprueba que todas las bisagras funcionan y éste es el resultado final.

Ahora sólo hace falta que los más pequeños de la casa lo disfruten, lo llenen de clicks y destrocen las puertas, techos, contrafuertes... eso significará que le han dado un buen uso... 


¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELICES REYES 2012, HÉCTOR J.R.!!!!!!!!!!!!!!!