domingo, 16 de septiembre de 2012

El final del verano

Tomo prestada la frase de Quique González para empezar este post. Se acaba para mí otro "verano de periódicos flacos". Cada vez más flacos, supongo. Y por primera vez en mi vida, no he viajado. Ni siquiera he disfrutado de una pequeña escapadita a Madrid. Sin duda este hecho ha provocado que éste haya sido uno de los perores veranos en los últimos años.
Entiéndase bien, ha habido buenos momentos como la excursión en velero a Tabarca, el día de tapas en Benidorm, el día de buceo en La Coveta, las comidas y cenas en ca'Dani y la boda de Ali... He disfrutado de la playa, del chiringuito y de las visitas de mi familia, de Pedro y Viru, de Javi... Incluso ha habido días grandiosos como el del Low Cost con Deivid, Noe y Gus o el día de la cápsula del tiempo con la pandilla casi al completo. Pero el verano empezó mal, me vi forzado a elegir las vacaciones partidas en julio y septiembre. Y lo que mal empieza mal termina.
No me gustaría volver a los tiempos en los que teníamos cierta inquietud con la llegada del otoño. Cuando teníamos ganas de desempolvar los jerseys y cuando volver clase suponía nuevos retos, proyectos y expectativas. Pero me gustaría volver a sentirme como entonces. Ahora mis proyectos más urgentes son terminar la tesis, a la que le he dado el empujón definitivo, conservar el trabajo y sacarrme un título para poder navegar el año que viene en un velerito. O sea, lo mismo que en los últimos otoños. Cada vez se me hace más difícil ilusionarme con algo nuevo. Puede que sea sólo un momento vital por el que atravieso o puede que a partir de ahora esto vaya a ser así siempre. Esperemos que no sea así y entre tanto, el objetivo es que sean más los días buenos que los días malos. Entre tanto, este seguirá siendo mi cuaderno de bitácora. Feliz otoño a quienes me seguís.

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