sábado, 21 de enero de 2012

Mi pacto con Javier

No. Si he de ser sincero, a estas alturas no sé que hacer con mi vida. Vivirla, sin más. Seguir adelante e ir tomando decisiones según se planteen los dilemas. Ya tendremos tiempo de hablar de ello y echar la vista atrás. Y sí, todas estas cosas me las pregunto en silencio, para mí mismo, mientras veo como tu padre te acuna en su hombro al tiempo que canturrea una nana. El brillo en su mirada pese al malestar del hombro o la espalda, o la desesperación de tu madre -no porque no quiera que gruñas y llores, sino porque sabe que algo te pasa en la tripita y no puede hacer nada por calmarte-, se compensan con cualquier gesto que hagas. Ya estás aquí, con nosotros, desde hace menos de un mes... Y nada volverá a ser lo mismo. Sin duda será mejor.
Javier, llegas a este mundo en un momento complicado, en un tiempo de cambios. Las cosas se suceden con demasiada rapidez. Se estrellan los cruceros porque el maitre de uno de sus restaurantes quería saludar desde cubierta a la gente de su pueblo y el FBI cierra el portal desde el que tu padre y yo nos bajamos las películas. Cuando lo leas, si es que algún día lo lees, nadie se acordará de ello. Ni siquiera nosotros. De lo que sí nos acordaremos es de cómo abres los ojos sin saber muy bien qué es lo que estás mirando, del calor del hogar en el que vas cogiendo los primeros gramos de peso y de los buenos ratos que pasamos juntos. Fuentes de toda solvencia aseguran que ya has superado los 3 kilos. Bien por ti. A ti todas estas imágenes que nosotros grabamos día a día en nuestra alma se te habrán borrado. Sin embargo, yo espero estar ahí para recordártelas.
Eres un niño muy querido, lo has sido incluso mucho antes de nacer porque eres la extensión del amor que sienten entre sí tus padres. Un amor que nos transmiten a todos. Yo me acordaré de este día como me acuerdo ahora del día en que se conocieron ellos. Quién lo iba a decir. Fuimos a aquella fiesta en casa de Ángel porque nos dejábamos caer en todas las fiestas a las que nos invitasen, pero sin más expectativas, sin ser conscientes de lo decisiva que iba a ser aquella noche para el resto de nuestras vidas. Yo gané una amiga y tu padre lo ganó todo, una amiga, una compañera, una pareja, una prolongación de sí mismo. Bueno, eso que te lo cuenten ellos. Como podrás comprobar con el tiempo son bastante recurrentes en algunos aspectos. No les digas que te lo he dicho yo.
Lo cierto es que naciste aquella noche. Ellos bromeaban con el futuro nombre de sus hijos sin ponerte cara. Ay si lo hubieran sabido. Eso es lo bueno de la vida, como irás comprobando. La vida te sorprende. A veces te zarandea y descoloca, y otras, te ofrece regalos maravillosos. Sólo tienes que estar ahi, atento para cogerlos. Tú eres uno de esos regalos para nosotros. Aprovechate de ello. Desármanos siempre que puedas y cuando decidas ser un chiquillo travieso recuérdanos lo gamberros que fuimos en otro tiempo; cuando te plantees comportarte como un adolescente insoportable, devuelvenos esa  pasión por las cosas que nosotros ya hemos perdido... Y a mí personalmente, recuerdame siempre que puedas que no soy quien para dar lecciones de nada a nadie, y que a mis treinta y ocho ya entraditos, ni siquiera sabía qué hacer con mi vida.
Este es mi pacto contigo. De ahora en adelante me comprometo a aportar todo lo que esté en mi mano para que seas feliz, a apoyarte en tus sueños, a ayudarte con tus problemas y a ofrecerte algún que otro consejo útil. A cambio sólo te pido que no olvides nunca que eres un niño muy querido, incluso antes de desembarcar en esta locura de mundo en el que te ha tocado vivir. Y lo que es fundamental en la vida: ¡Te deseo buena suerte!

2 comentarios:

Gustaffson dijo...

Me ha emocionado la lectura. Seguro que Javier lee el post. De eso me encargo yo.. Espero q con el tiempo le guste nuestra compañia y tengamos ganas de hacer cosas juntos, los cuatro.. Un abrazote tito H!!

Audrey dijo...

Llorando... precioso.