jueves, 22 de mayo de 2008

Yo debo ser de otro planeta...

Yo debo ser de otro planeta, porque si no, no lo entiendo. No logro comprender el relativismo moral de algunas personas. Vivimos en un mundo de infinitos grises, de matices, de diferentes lecturas de la realidad, de interpretaciones... pero algunas cosas son blancas y otras son negras y si tomamos una posición de relativismo moral frente a ellas no hacemos nada porque el mundo sea cada día un poco más habitable; aunque sea nuestro mundo, el pequeño universo del que estamos rodeados cada uno y que afecta a familiares, amigos, compañeros de trabajo, conocidos. Hay cosas que están bien y cosas que están mal. Y estas últimas hay que denunciarlas, combatirlas, intentar solucionarlas desde una única certeza: tenemos un deber moral de implicarnos en la lucha contra las injusticias cotidianas.
No se trata de ser hermanitas de la caridad, ni legionarios de causas perdidas. Se trata de ser capaz de escuchar todos los argumentos, de ver los problemas desde todas las perspectivas, de aceptar lo diferente, de ser flexibles y abiertos, de entender que hay dilemas y conflictos morales irresolubles. Eso lo podemos hacer todos los días. No es cuestión de estar siempre combatiendo, pero sí de no esconderse o hacerse el tonto cuando las cosas son claras y suceden en nuestra cara. Y son claras cuando alguien ataca a otro más débil o cuando alguien denigra a una mujer, a un inmigrante o a un impedido simplemente por su condición de mujer, inmigrante o dependiente. Ahí no cabe el relativismo moral porque ese relativismo es precisamente el arma de la que se valen los agresores para seguir agrediendo. El que opta por la neutralidad en estos casos termina convirtiéndose en cómplice del agresor. Allá cada cual, pero para mí ambos son igual de despreciables, el que agrede y el que le deja y le refuerza con su neutralidad por muy bienintencionada que sea. Es más, suele ser el mismo que afea a los demás que sean leales a sus principios y a su entorno. Pues sí, señor mío, yo pretendo ser leal a mí mismo y eso pasa por defender no sólo a mi gente, pasa por defender mis principios y por no tolerar las injusticias que puedo combatir con mis escasa fuerzas. Sí, debo ser de otro planeta y todavía no me he enterado... y por eso me va como me va, pero a estas alturas no pienso cambiar.

3 comentarios:

Juanjo Marcos dijo...

Sí, eres de Plutón, donde la gente vista camisetas amarillas y estampadas y se reconocen ese tipo de actitudes.

No queremos saber nada de los selenitas, que son todos unos afeminados.

Feroz dijo...

Y, además, un plutón con "calcetas" fluorescentes y camisa sin mangas con un cerdito de orejas de tela.

Es esto, exactamente esta entrada en el blog, lo que le lava la cara al niño que nunca dejaste de ser. Lo blanco es blanco, lo negro negro, sin más, lleves una corbata o una camisa de de los Ramones.

Serbal dijo...

Estoy convencida de que si eres de otro planeta,pero me gusta que seas asi de "distinto",te hace distinto del resto,"no cambies nunca".