viernes, 16 de mayo de 2008

Mi gente

A veces me pregunto porqué dios, el demiurgo o simplemente la naturaleza ha hecho al ser humano tan frágil. Sobre todo, porque a lo largo de tu vida tienes que combatir las continuas decepciones de la gente que tienes a tu alrededor para las que no estas preparado. Decepciones que te socavan, que te producen profundas tristezas, cicatrices que ya nunca podrás borrar. No hay nada peor que darte cuenta de que has puesto tus espezanzas, que has compartido tus anhelos o tus secretos más íntimos con personas que no se lo merecen y que nunca podrán corresponderte. Gente con un corazón tan frío, un el espíritu tan falso, que deberían llevar tatuado en su frente un cartel expeditivo: "Huye de mí" para evitar engaños. Pero no merece la pena siquiera hablar de ellos. Me propongo hablar de sus contrarios, de los AMIGOS.
Cuando estudiaba sociología me topé con el concepto de "grupo de referencia" y desde hace tiempo sé identificarlo a perfección. No son todos los que están en la foto, pero valga ésta como símbolo. En ella me gustaría incluir a otras personas que en sucesivas etapas de mi vida la han llenado de sentido. Restos de otros grupos que el paso del tiempo ha deshecho pero que conservo en el fondo de mi corazón y cuya amistad cultivo en la medida de mis posibilidades. También, incorporaciones nuevas pero igualmente fundamentales, procedentes de los sucesivos sitios en donde he trabajado, amigos de mis amigos que se han ido incorporando a mi vida...
Creo que la amistad no es altruista. Creo que como todas las cosas en la vida tiene sus costes y también sus beneficios. Pero cuando veo esa foto y miro uno a uno a mis amigos sé que esperan de mí y qué puedo esperar de ellos. Su simple presencia un día es capaz de arreglar uno de esos anodinos meses en los que desde hace tiempo habito. Sé que me muestro ante ellos, y ante quienes incluiría en la instantánea, tal como soy y que lo aceptan todo de mí como yo lo acepto de ellos. Minimizo sus defectos porque estoy encantado de cómo son a pesar de esas nimiedades. Sobre todo, porque ellos aceptan (y les encantan) mis defectos con todas sus múltiples variantes y consecuencias. Y me lo han demostrado. Y discutiremos más adelante como algunos discutieron en el fin de semana en que se tomó esa fotografía. Pero quiero creer que el lazo que nos une es demasiado fuerte como para que lo rompa cualquier circunstancia externa.
Estaba decidido a arremeter contra la falsa amistad de algunos hipócritas (de uno, en concreto) y sólo me viene a la mente la infinita suerte que tengo de contar con verdaderos amigos. Va por ellos. Por mi gente.

1 comentario:

Feroz dijo...

coñá, la de gente que falta...


Deberíamos hacernos un "pin" que pusiera "yo soy amigo de Héctor", como esos que ponen "pierda peso ahora, pregunteme cómo"