miércoles, 11 de marzo de 2009

Ricardo Costa

Reproduzco en este post el artículo de mi compañero y amigo de EL MUNDO a propósito de la 'Operación Gürtel', de Francisco Camps y, sobre todo, de Ricardo Costa (secretario general del PP en el Comunidad Valenciana) por su interés político y literario.

La dura pugna entre Kafka y la Medusa
por Rafa Burgos
DA LA impresión de que a Francisco Camps le ha pasado algo similar a lo de Gregor Samsa, el protagonista de La metamorfosis de Franz Kafka. Al presidente de la Comunidad no le han salido antenas y élitros de escarabajo, todavía, pero sí se levantó un día con el traje varias tallas menor. A Camps le aprietan las sisas, se le ha estrechado la cintura y la raya de los hombros le ha caído hacia la clavícula. En realidad, la imputación de Camps en el caso Gürtel no esconde más que unas cuantas torpezas de franela cortadas a la medida de otro. Pero el líder popular valenciano debe de ser consciente, como lo somos todos, de que el auto del juez Garzón ha marcado con tiza discontinua la frontera de la Comunidad Valenciana, para cortarla como en un patrón de moda. Y, como se evidenció en Egipto en tiempos de Moisés, las manchas de las puertas son muy difíciles de borrar.
Si Camps quiere desembarazarse del caparazón entomológico que le ha caído encima, lo mejor es que respire hondo antes de salir de debajo de la cama y vaya amputándose las patitas peludas antes de que se le reproduzcan. Víctor Campos y Rafael Betoret no son las piezas codiciadas, y él lo sabe. El primero, porque ya no cuenta y el segundo, porque no tiene ni militancia ni carné.
Para recuperar parte del enorme capital tragado por el sumidero de una sastrería, tiene que caer alguien con peso, para que resuene con virulencia en los pasillos de Génova y de la Carrera de San Jerónimo. O sea, Ricardo Costa. Como viene de donde viene, supongo que no tiene que ser fácil deshacerse de su sombra endomingada y de sus destellos de reloj suizo. Pero, señor Camps, si me permite, Costa tiene dinero suficiente para hacerse los trajes en Armani. Y, sobre todo, a nadie le espantaría su desaparición. Es curioso, pero es el primer político que conozco que no despierta simpatías en ningún sector, ni en la derecha ni en la izquierda.
Intuyo que, ya que nadie va a presentar una sola factura, a Camps le convendría soltar lastre. Mire hacia el norte, señor Camps. Los números dos son como las cabezas de la Medusa. Una vez arrancadas siempre crece otra. Y Costa deja una mueca de limón en todos sus interlocutores. En todos.

1 comentario:

Feroz dijo...

Hay que ver qué raros sois la gente de la cosa política, tío. Pero raros de cojones...